javier-manzanoEl País / Premios tan prestigiosos como el Pulitzer o el World Press Photo se rinden ante su talento. Atesoran una mirada que nace en Iberoamérica. Una generación de fotógrafos impone su narrativa visual sobre lo que pasa en el mundo. Varios de ellos nos desvelan una imagen que define bien su trabajo.

Durante la entrega de los galardones World Press Photo 2013celebrada en Ámsterdan el pasado abril, varios de los premiados se dieron cuenta de que podían entenderse entre ellos hablando español.El jerezano Emilio Morenatti, el bonaerense Rodrigo Abd y el chileno Tomás Munita, entre otros destacados testigos gráficos, cayeron en la cuenta del origen iberoamericano que comparten. Incluso el presidente del jurado de la última edición de estos premios, Santiago Lyon, director de fotografía de la agencia Associated Press, es castellanoparlante. “Pero hay más de medio centenar de galardonados con el World Press Photo y los iberoamericanos apenas representan el 10%”, aclara hoy Lyon sin atreverse a asegurar que exista una mirada iberoamericana en el contexto de la fotografía mundial. “Comparten influencias regionales y culturales, pero la mirada es de cada uno”.

Exista o no ese sello, citas del máximo nivel al reconocimiento de este oficio vienen señalando en los últimos tiempos a una nueva generación de fotorreporteros iberoamericanos. Los recientes Pulitzer 2013 han sido otra rotunda prueba más del auge de este talento. Unos premios que, en su vertiente gráfica, han recaído en el argentino Rodrigo Abd, el español Manu Brabo y el mexicano Narciso Contreras junto a otros reporteros por su cobertura de la guerra en Siria para Associated Press, y en el mexicano Javier Manzano por una sobrecogedora imagen de milicianos rebeldes montando guardia en primera línea de fuego. “Ha sido un gran año para los fotógrafos iberoamericanos en zonas de conflicto”, admite Sig Gissler, administrador de los Pulitzer. “Aunque estos premiados lo son por la excelencia de su trabajo con independencia de su origen”.

En Latinoamérica existe una raza de fotoperiodistas que se juegan la vida cada minuto»

Enric martí, editor de Associated Press en Latinoamérica, clama al teléfono desde su oficina en México: “¡Por supuesto que existe un modo de mirar iberoamericano! Y esto afecta a la fotografía. En Latino­américa, lo frecuente era el fenómeno de la inmigración de fotógrafos internacionales más que la emigración de los locales. De un tiempo a esta parte es a la inversa. Narciso Contreras me parece un claro exponente. En el caso de Rodrigo Abd diría que tiene todos los atributos de un buen fotógrafo: es documentalista y su mirada es poco lindista. También sigo a Walter Astrada, Luis Hidalgo en Chile, Ariana Cubillas en Venezuela, Pilar Olivares en Perú…”.

Los autores de las formidables imágenes que ilustran estas páginas son una potente muestra de la exitosa hornada. Sucesores de pioneros del género como los mexicanos Graciela Iturbide y Manuel Álvarez Bravo, el chileno Sergio Larrain (que formó parte de la agencia Magnum y a quien los Encuentros de Arles dedican este mes una retrospectiva sobre su obra), el madrileño Enrique Meneses (fallecido en enero), el peruano Martín Chambi… Todos ellos compartieron su origen iberoamericano, como ocurre con los referentes del siglo XXI que campan a sus anchas por el mundo y atesoran avances tecnológicos que hace un decenio eran impensables para contar también lo que ocurre en su propia región.

“Podría hablarse hoy de un fenómeno global consistente en la defensa por parte de los fotógrafos de su propio territorio”, reflexiona Emilio Morenatti, reciente ganador del Premio Ortega y Gasset de Periodismo. “Influye el mayor acceso a los medios de trabajo y que ya tampoco es necesaria para coberturas locales la presencia del fotógrafo internacional. Hay una legión baqueteada en lugares de trabajo donde te juegas la vida cada minuto. Y en Latinoamérica existe una raza especial, una savia nueva de fotoperiodistas curtidos bajo amenazas”.

El argentino Rodrigo Abd, fogueado en la Centroamérica más subterránea, es un buen exponente de esta savia nueva. Y corrobora el argumento de Morenatti: “Antes aprendíamos de los que venían del primer mundo. Cada vez más, muchos de nosotros tenemos la suerte de cubrir grandes conflictos internacionales y dirigir después esa mirada hacia nuestro propio continente”.

Pero la mayor especialización y los avances tecnológicos no han sido los únicos factores de este empuje. Como añade Loup Langton, organizador junto a Pablo Corral del certamen Pictures of The Year para Iberoamérica, “los problemas económicos de las agencias han acelerado el proceso de comprender el talento local”. Iniciativas como la puesta en marcha por Langton y Corral, a la sazón administrador deNuestra mirada, la red social de fotoperiodistas iberoamericanos, conviven con colectivos que promueven una narrativa propia de la región. Es el caso de SUB, compuesto por argentinos que retratan exclusivamente realidades del Cono Sur. Como explica Olmo Calvo, representante de SUB en España, “para contar algo bien no sirve de nada caer como un paracaidista; hay que conocer a la gente y las historias”.

Con ese método regresan después de conquistar el mundo renombrados como el chileno Tomás Munita. “Quiero posar mi mirada acá, en Chile, en Perú, en Bolivia. Lugares a los que une la misma lengua”. Una identidad. Un compromiso con las raíces. Así lo cree Daniel Rodrigues, galardonado en los World Press Photo 2013: “Las imágenes de estos fotógrafos rezuman historia, raíces, cultura, personalidad”.

 

 

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