La fotografía, entendida como memoria visual de su tiempo y como práctica artística, vive un momento apasionante. Cuando se cumplen ya más de 175 años de su nacimiento, demuestra una vitalidad y una capacidad de crítica y regeneración envidiables. Los motivos son muchos pero, desde luego, el íntimo vínculo que la une al desarrollo de su propia tecnología la convierte en un medio dinámico, casi frenético, en su devenir. De manera que para captar la esencia de lo fotográfico en nuestros días estamos obligados, necesariamente, a generar una cartografía plural de este medio.
Ese es el propósito de esta XIV Bienal de Fotografía de Córdoba, componer un estado de la cuestión de la fotografía a través de un repaso tanto por su historia como por su presente y su futuro. De este modo, afianzaremos uno de los rasgos más fascinantes del medio, cual es su capacidad para, siendo aún un fenómeno relativamente reciente y producto de la modernidad, haber evolucionado con una velocidad y ambición sin precedentes. A pesar de la relativa brevedad de su leyenda, se observa una vertiginosa sucesión de conquistas en su periplo.
Así pues, la edición actual de la Bienal de Fotografía es, en primer lugar, prospectiva. Tomando obras separadas por una horquilla temporal que rebasa la centuria, con piezas que van de 1870 a 2014, pretendemos componer una visión heterogénea de este arte que demuestra, por encima de todo, una gran capacidad de conquista de nuevas técnicas, pero también de nuevos territorios, evolucionando desde los ámbitos amateur, doméstico o el experimental, hasta el de los medios de comunicación de masas, en especial la prensa, y más recientemente, el mundo del arte.
En segundo lugar, esta Bienal es celebratoria. Pretende convertirse en homenaje a un matrimonio, el de la imagen con la tecnología, que ha sido testigo y, a la vez, ha marcado nuestra historia. Arrancando desde los primeros formatos y soportes que circularon entre los aficionados, aún minoritarios entonces, pasando por la fotografía de autor y el fotoperiodismo, hasta llegar a un régimen expandido de la visualidad que incumbe también a las imágenes en movimiento –cine, videoinstalación- y a las generadas por ordenador –infografías-. Todos ellos se reúnen en este festival de la imagen que es la Bienal de Fotografía de Córdoba.
Como consecuencia de todo ello, esta es quizá la Bienal más ambiciosa de los últimos tiempos. Ha incrementado el número de exposiciones de su sección oficial, pasando de 4 a 6. Del mismo modo que ha aumentado la horquilla de cronologías y autores representados. En el cumplimiento de este propósito se trató de equilibrar, asimismo, la participación nacional e internacional, de manera que tanto las exposiciones individuales como las colectivas muestran fotógrafos extranjeros –de Charles Clifford a Sebastião Salgado, pasando por Kimsooja- y también españoles –de Manuel Vilariño a Gervasio Sánchez, de Chema Madoz a Dionisio González-.