Emilio Gancedo. Diario de León / Es tanta la devoción que siente Alberto García-Alix por la imagen, tanta la fe que en su poder deposita, que ninguna de las cien fotografías expuestas desde hoy en el Musac se acompaña de texto alguno. Ni una sola referencia tipográfica, ni título siquiera. Sólo imágenes poderosas, rotundas, trabajadas hasta la extenuación en cuanto a composición, tema, tono y mensaje. Es Sombras del viento, una gran muestra monográfica dividida en dos apartados, dos capítulos fundamentales en el universo visual del multipremiado fotógrafo leonés: la moto y el retrato. La ceremonia, el rito, la complicidad entre dueño y máquina en el primer caso y, en el segundo, la captación de una personalidad y de un momento, seres dislocados, frágiles o temibles, conmovedores casi siempre en su descarnada humanidad, atropellados por la velocidad de la noche o el fulgor del día.
No fue ayer un día para las palabras. García-Alix, recién intervenido en sus cuerdas vocales, apenas podía pronunciar sin gran esfuerzo. En la presentación a la prensa, el galardonado con premios como el Nacional de Fotografía en 1999 resumía, con un hilo de voz encallecida («voz de tenor de cucarachas», definió), que en los más de veinte años que median entre las cuarenta fotos antiguas y las sesenta nuevas, presentes tosas ellas en este proyecto, «algo sí que he aprendido». «A profundizar», susurró. «Antes miraba hacia afuera, ahora miro hacia adentro». «Estas son fotografías más concisas, más precisas, más, digamos, metafísicas…», articuló lentamente.
Pasado y presente
Antes, la directora general de Políticas Culturales, Mar Sancho, que ofició la presentación a la prensa acompañada del autor, del director del Musac, Manuel Olveira, y del comisario de la muestra, Nicolás Combarro, había destacado que ésta es la primera exposición de García-Alix producida en su ciudad natal y lo nombró uno de los fotógrafos contemporáneos más relevantes de Europa, constructor de un universo propio e inconfundible gracias sobre todo a su poco menos que obsesionante cultivo de la técnica del retrato. Sombras del viento será pues, a juicio de la directora, un «puente entre el pasado y el presente en la historia de este artista».
El protagonista, llegado —cómo no— a lomos de su Harley y ataviado al más puro estilo Diarios de motocicleta, dijo sentirse «muy ilusionado» por poder mostrar su trabajo en la ciudad en la que nació y vivió hasta los once años y la calificó de «revisitación» de temas que le siguen tocando de cerca dos décadas después. Alix, alabado por la crítica por haber sabido —sobre todo— retratar su propia vida y su propio entorno, y no los de otros, explicó que en las imágenes de motos ha intentado, por ejemplo, convertir los vehículos en «metáforas» o «símbolos», mientras que en el caso de los retratos su afán ha sido «despojarlos de toda referencia», «centrarme únicamente en la persona». Reflexionó todavía más al hilo de ese último punto: «La magia de la fotografía es el encuentro», dictaminó.
«La mirada del púgil» llamaba el comisario Nicolás Combarro a la tremenda tensión que suele reinar en todas las sesiones de García-Alix. «Yo pido mucho, ponte así, muevéte, haz tal cosa», comentaba durante el paseo por la exhibición un fotógrafo que no ha perdido «la pasión de mirar». «Pero también da mucho —terciaba Combarro, quien hoy a las 18.00 y mañana a las 12.30 invita a una visita guiada y gratuita—. Se emplea a fondo emocional y físicamente. Y la tensión es tal que llega un momento en que el modelo se relaja; justo ahí es cuando dispara, cuando tiene lugar la foto».
Además de la muestra, Alberto García-Alix impartirá en el Musac, los días 21 y 22 de noviembre, un taller de carácter teórico y práctico en colaboración con la asociación leonesa Focus en el que abordará cuestiones relacionadas con el lenguaje y la práctica fotográfica. También se editará un fotolibro que bajo el título Moto, y junto a un texto autobiográfico del autor, recoge la mirada del artista sobre este tema fundamental en su trayectoria desde los años setenta hasta la actualidad, amplificando los contenidos de una muestra abierta hasta el 31 de enero de 2016 y que hoy y mañana es de entrada gratuita.
Y entre paseos y carraspeos, aún tuvo tiempo García-Alix de definir la esencia de este difícil arte. «En fotografía, la intencionalidad lo es todo. ¡Todo!».