JOHANNESBURGO (EFE).- Zanele Muholi es fotógrafa, negra, lesbiana y sudafricana, y trabaja con tesón en un proyecto ambicioso e inédito- poner cara a los homosexuales negros de su país y de África, retratar su historia, la vida de una minoría nunca redimida en los medios, los libros y los museos.
Su exposición “Faces and Phases” (Faces y Fases) muestra estos días en el Instituto Goethe de Johannesurgo una selección de retratos que, más allá de su belleza, aspiran a fortalecer la autoestima de una comunidad herida y a presentarla tal como es a quienes la desconocen o desprecian.
Sudáfrica es el único país de África que reconoce a los homosexuales derechos como el del matrimonio o la adopción, en un continente donde la persecución es habitual.
Pero la homofobia sigue siendo un mal muy extendido en el país de Mandela, especialmente en los barrios populares y las zonas rurales, donde vive la mayoría negra, donde la homosexualidad es vista a menudo como una moda blanca, inmoral y ajena a la cultura africana.
Las imágenes de Muholi retratan a quienes se enfrentan cada día con el estigma y el miedo, con el asesinato y las llamadas “violaciones correctivas” con las que hay quien cree “curar” a las lesbianas.
“Quiero documentar la vida de los gays, lesbianas y transexuales negros, sus momentos de alegría y de tristeza, sus bodas y sus funerales, todos los aspectos de unas vidas de las que nadie se ha ocupado ni se ocupa”, explica a Efe la artista.
Los amigos y las redes que tejen otros activistas gays como ella le ayudan a tener presencia en una parte mayor del territorio sudafricano.
La propia Muholi cuenta con colaboradores en Johannesburgo, Ciudad del Cabo, Durban y otras zonas del país, y ofrece a las lesbianas interesadas cursos de fotografía para que sumen sus empeños al proyecto.
“En Sudáfrica tenemos leyes, pero debemos garantizar que nadie sea discriminado, perseguido o excluido por sus semejantes por su condición sexual”, aclara.
“Necesitamos galerías y museos en nuestras ciudades y pueblos para decir quiénes somos, para humanizar a nuestra gente tal y como los historiadores humanizan a los heterosexuales”, añade la fotógrafa.
Dar a conocer quiénes son y cómo viven los gays negros sudafricanos contribuirá a acabar con los prejuicios ignorantes que les condenan, considera Muholi, que ni recibe ni pide dinero del Gobierno ni de instituciones privadas.
La retratista paga todo de su bolsillo, y el dinero de los premios lo destina a financiar la organización para la comunidad gay que ha fundado y el equipo de fútbol de lesbianas que dirige.
Muholi no espera ninguna ayuda de las autoridades- “Ganaría publicidad, pero no quiero publicidad- yo hago lo que está en mis manos”.
Los retratos de la fotógrafa tienen el mérito de resaltar la belleza de personas vistas a menudo como monstruosidades.
“La belleza no consiste en ‘luchar’, sino en ‘ser’”, dijo recientemente al periódico sudafricano Sunday Times.
Precisamente, “ser”, señala Muholi, es lo único que quieren ella y los retratados.
El gran objetivo de la fotógrafa es crear un gran fondo documental de imágenes con sus pies de foto, con nombres e historias de gays sudafricanos que -como ella misma dice y muchos en África aún olvidan- son también “alguien”, “amantes, hijas, hermanos y tías de otras personas”.
Y que los rostros y las escenas de ternura y orgullo que fotografía guarden un día en los archivos nacionales la memoria de un grupo que sufrió un “apartheid” y aún no tiene su espacio en la nueva Sudáfrica.