La riqueza y diversidad de los pueblos indígenas del altiplano boliviano han sido captadas por la lente del fotógrafo español Gabriel Barceló, que se inauguró el pasado día 9 de mayo en La Paz la exposición «Rostros andinos».
Barceló explicó a Efe que se trata de un «homenaje al pueblo boliviano por lo bien» que le ha acogido durante los seis años que lleva viviendo en Bolivia.
A la vez, la muestra es un intento de transmitir su forma de entender el género fotográfico del retrato.
Una veintena de instantáneas en blanco y negro componen la exposición, y el proyecto incluye asimismo la publicación de un libro que recoge unas cuarenta fotografías y que también será presentado este jueves.
Al vivir en La Paz, más cerca del altiplano que de los valles centrales y las selvas del oriente boliviano, el español sintió «como una necesidad personal» el acercarse a las comunidades de indígenas aimaras, urus y quechuas -tres de las principales etnias de la zona andina- para conocer y retratar a sus habitantes.
«Lo que me interesa de esas comunidades son dos cosas, una es la parte más local, de sus prácticas, de su riqueza cultural, de las danzas, de por qué hacen ese tipo de danzas, de por qué usan esas indumentarias. Pero hay otra parte que me interesa mucho (…) que es el hecho de la universalidad del retrato», dijo.
Y es que, según Barceló, el retrato tiene un «componente universal que se puede proyectar más allá» del lugar donde fue captado, pues quienes lo ven pueden establecer algún vínculo con la persona retratada, aún sin pertenecer a la misma cultura.
«Es muy importante que la persona que vea las fotos sienta algún tipo de vínculo al ver esas miradas que pueden reflejar estados emocionales que, desde mi punto de vista, son universales», refirió.
Así, una de las fotografías muestra el rostro serio y firme de una mujer aimara, y otra imagen retrata la ternura e inocencia de un bebé indígena envuelto en un aguayo, la tela tejida a mano por las mujeres nativas.
En otra imagen, se ve a un hombre ataviado con la vestimenta típica de ladanza autóctona «ujujiris», practicada en algunas comunidades del altiplano.
En esta danza, explicó Barceló, los hombres llevan una especie de falda hecha de totora (el junco que crece a orillas del lago Titicaca) y son los «protectores» de los cultivos de patatas.
«Ellos bailan por la noche encima de los cultivos de patatas, con una flauta que tiene solamente una nota para espantar a los malos espíritus», indicó.
Además de los retratos, Barceló también presenta imágenes de objetos como sullus o fetos de llama que se usan en las ofrendas a la «Pachamama» (Madre Tierra), semillas y ponchos.
El fotógrafo explicó que decidió incluir algunos objetos porque éstos «tienen alma», «comunican y reflejan algo y son símbolo de esa diversidad y esa riqueza cultural» de los indígenas bolivianos.
El libro incluye textos de la pintora boliviana Cecilia Lampo, del director de la FCBCB, Roberto Borda; de la fotógrafa española Isabel Muñoz, y del pintor Dino Valls, también hispano, entre otros profesionales que comentaron el proyecto de Barceló.
Entre los futuros planes del fotógrafo se encuentra desarrollar un proyecto similar en las comunidades indígenas del oriente boliviano.
La exposición, respaldada por la Fundación Cultural Banco Central de Bolivia (FCBCB) y el Banco de Desarrollo de América Latina – CAF, estará un mes en La Paz y se prevé que posteriormente viaje a otros departamentos bolivianos y al exterior.