Sebastiao-SalgadoEl Mundo / Un día de 1973, Sebastiao Salgado (Aimorés, Minas Gerais, 1944) abandonó su puesto de hacendoso economista en la Organización Internacional del Café (OIC). Marchó a París con su mujer. Compró una cámara de fotos marca Pentax y al mirar por el visor decidió que el mundo debía ser contado del otro lado del objetivo. Entonces comenzó una aventura en la fotografía sociodocumental que le ha llevado a recorrer más de 100 países, a dar la luz de alerta sobre algunas de las más siniestras condiciones de explotación o a narrar la belleza tribal de ciertas comunidades. Sebastiao Salgado recorre geografías con la cabeza pelada, los ojos de un azul luciferino y dos cejas blancas como dos nieves.

Hace ocho años comenzó una aventura nómada con la cámara colgada a un hombro. Se propuso descubrir ese 46% del planeta que aún se mantiene virgen. Parajes y gestos que existen en territorios casi intocados. A aquella serie le dio un título bíblíco y casi fundacional: ‘Génesis’. Y muchas de esas instantáneas, que son la gota purísima de la experiencia de Salgado, cuelgan ahora en una de las salas de exposiciones de CaixaForum Madrid, gracias a la Obra Social de La Caixa.

El despliegue es abrumador. 245 imágenes. Una expedición por la naturaleza a pulmón libre. En blanco y negro, con esa elegancia hipnótica de los mejores trabajos del gran fotógrafo brasileño.

Genesis-Sebastiao-Salgado«Empezar esta serie no fue una decisión racional. Ni premeditada. Es más, el impulso que me llevó a esta nueva aventura tiene algo de accidental. Mis padres, al hacerse ya mayores, quisieron volver a la tierra de sus orígenes, donde teníamos una casa. Regresamos a Aimorés después de mucho tiempo sin pisar por allí y cuando llegué me di cuenta de que aquel paraíso de mi infancia estaba casi arrasado. Había desaparecido el 30% de la flora y de la fauna del lugar. Todo se había degradado. Y comencé a pensar en aquellos lugares del mundo que se conservan sin adulterar desde hace millones de años», cuenta Salgado.

Así comenzó todo. Empeñó dos años en escoger los lugares a los que viajar. Y otros dos en reconocerlos sobre el terreno antes de disparar la cámara. Brasil fue uno de los paraísos genésicos escogidos, pero también África, Papúa Nueva Guinea, la Patagonia Argentina… «Llegué a todos estos espacios buscando algo que no sabía muy bien lo que era», subraya.

Salgado venía de un infierno que le había ocupado otros tantos años de la vida, aquel que recogió bajo el título de Éxodos, que presentó en 2000 en Madrid y que tenía por impulso las migraciones humanas forzadas por todo tipo de desastres: las luchas en Ruanda, Tanzania, Burundi, la guerra en la ex Yugoslavia… «En aquellos lugares vi cosas tan tremendas, tan inhumanas, que estuve tentado de dejar la fotografía. No quería seguir contemplando aquel dolor inmenso. Mi vida se había vuelto muy complicada. Estaba psicológicamente destruido», exclama.

Español con bossa nova

Entonces surgió el redescubrimiento de lo natural. La fascinación por lo primigenio. La necesidad de escapar de la tiranía mecánica y urgente de este hoy furiosamente urbano hacia regiones polares, bosques y sabanas tropicales, desiertos abrasadores, montañas dominadas por glaciares e islas solitarias. Eso es ‘Génesis’, un homenaje sin precedentes al esplendor de la naturaleza. Un canto general a lo extraordinario de los paisajes y las gentes. A esa otra civilización de lo mineral y lo orgánico en su vaivén bestial, en su belleza convulsa, en su mansedumbre a punto siempre del sueño o del estallido.

Sebastiao Salgado habla un español con ráfagas de bossa nova.Abrasilerado, suave, acuático, con eses como géiseres. Es un tipo seguro de sí mismo, como deja ver en De mi tierra a la Tierra, las memorias que publica estos días la editorial La Fábrica. Comenzó en la agencia Gamma, en París. En 1979 se unió a Magnum y en 1994 abandonó la mítica agencia para crear la propia, Amazonas Images.

– ¿Qué queda de aquel joven de izquierdas que aspiraba a cambiar el mundo?

– Todo. Queda todo.

– Y después de ‘Génesis’, qué.

– Quiero hacer una serie sobre las tribus que aún no han contactado con nuestro mundo. Sólo en el Amazonas se sabe de 100 comunidades indígenas que no tienen contacto con la civilización postmoderna. Ellos saben de nuestro mundo, pero prefieren preservarse. No quiero retratarlos a ellos exactamente, sino su hábitat. Ellos son el ADN de nuestra historia. Son nosotros hace miles de años. Hay que protegerlos.

– Pero dice que no tiene afán de denuncia.

– Así es. No soy un militante ecologista, ni un periodista. No tengo intención de cambiar la mentalidad de nadie. Sólo soy un tipo curioso que intenta concienciar. La Naturaleza debe de estar dentro de la discusión de la globalización.

En las ideas conserva un yodo balsámico. Una extraña bondad a pesar de haber cruzado tanto desastre. Tanta belleza.

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2 COMENTARIOS

  1. Casualmente este finde iré a verla asi que ya os comentaré mis impresiones.
    Saludos!

  2. Me ha gustado el artículo, sí señor. Precisamente ayer estuve visitando esa maravillosa exposición. Y justamente hace un momento he redactado un artículo sobre ella, y lo he enviado al Diario Palentino, periódico en el que desde hace años colaboro con artículos de opinión. Me imagino que lo publicarán el miércoles, dia 29. Así que ese día, una vez lo publiquen, lo inclu¡iré en el blog…, dado que desde hace un par de años, los diarios de la empresa Promecal no incluyen en la web los artículos de opinión; solamente los publican en el papel.

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