Leonoticias / Bajo el título ‘Amós Salvador Carreras. Escenas leonesas, 1906- 1931’, el Club Xeitu acaba de publicar un nuevo libro, el segundo de la colección dedicada a la fotografía que inició el pasado año. El volumen que ahora sale a la luz reúne un conjunto de imágenes que Amós Salvador Carreras, de origen riojano pero grandes vinculaciones leonesas, tomó en diferentes zonas de la geografía provincial a lo largo del primer tercio del siglo XX. El trabajo de edición ha corrido por cuenta de Wenceslao Álvarez Oblanca y Víctor del Reguero, quienes tienen en su haber varias publicaciones sobre fotografía histórica.
Amós Salvador Carreras (Logroño, 1879-Madrid, 1963), aunque arquitecto de profesión, sus relaciones familiares y su compromiso social le llevaron al campo de la política, en el que fue diputado a Cortes en varias legislaturas y ministro de la Gobernación en el primer gobierno del Frente Popular bajo la presidencia de su amigo Manuel Azaña. Esta militancia republicana le costó una dura represión tras el golpe militar de 1936, sufriendo la incautación de sus bienes y el exilio.
Casado en 1906 con la leonesa Josefina Álvarez Carballo, su vinculación con León superó lo meramente familiar, pues además de las temporadas de veraneo en el Valle de Laciana y sus visitas a parientes y amigos, fue diputado por el distrito de Ponferrada entre 1910 y 1914, y todavía hoy perduran en El Bierzo, Laciana, Babia y el cementerio de León algunas de sus construcciones como arquitecto y que se recuperan en el volumen. A través de las 300 páginas de este libro, se repasa la relación del logroñés con los leoneses, que fructificó en gestos de consideración hacia la provincia, como su participación en diferentes iniciativas del Ateneo de León o su condición de consejero de la sociedad León Industrial, la primera suministradora hidroeléctrica de la provincia.
Sin embargo, el grueso del volumen se basa en la colección de placas de vidrio estereoscópicas hechas por Amós Salvador, en las que se recogen momentos y escenas de numerosos rincones leoneses que en su mayor parte han desaparecido o se han transformado totalmente con el paso del tiempo. Además de la propia capital y enclaves de interés arquitectónico en ella, con los típicos mercados o escenas cotidianas, aparecen fotografías de Mansilla de las Mulas y la finca de veraneo familiar, La Mata del Moral, así como de diferentes excursiones por los alrededores: Grajal de Campos, San Pedro de las Dueñas, la romería de la Virgen del Camino, el desfiladero de Los Beyos, las Hoces de Vegacervera, los puertos del Pontón o Pajares o una bucólica escena de un carro atravesando el Porma camino de Villimer para visitar la finca de los Azcárate.
Una presencia destacada tiene en toda la serie el Valle de Laciana, que visitaba cada verano y del cual aparecen en el compendio numerosas imágenes. Dos espectaculares imágenes de la construcción de La Cortina para la familia Gancedo de San Miguel, una de sus construcciones más emblemáticas en la comarca, se unen a paisajes y retratos de pueblos como Rioscuro, Rabanal de Arriba o Caboalles de Abajo, entre otros, así como las comarcas limítrofes con paseos por Villarino del Sil, Murias de Paredes, El Castillo de Omaña, la romería de las Nieves que se celebra en el santuario entre Anllares y Corbón del Sil, o algunas excursiones a El Bierzo.
Precisamente del Valle de Laciana procede una curiosa imagen a la que se alude con detalle en el libro: una escena de un carro cargado de hierba con un niño subido en él, que tiene la peculiaridad de ser la única de la serie hecha en color. Se trata de una placa autocroma –autochrome en su idioma original, el francés– conformada con granos de fécula de patata teñidos con los tres colores primarios y mezclados con polvillo de carbón y un bálsamo adherente, por medio de un laborioso proceso del que se da pormenorizada explicación en el libro. Un dato sorprendente sobre este método, el primero de la historia en conseguir fijar una fotografía en color, el hecho de que en un diminuto cristal de un tamaño similar a una tarjeta de visita se contengan hasta 200 millones de granos de almidón de patata para plasmar la imagen deseada.
Hombre culto y partidario de extender la cultura, Amós Salvador Carreras cultivó su afición a la fotografía plasmando los lugares que visitaba y todo lo que para él tenía interés o le llamaba la atención. En el libro se recoge una muestra de algunas de las imágenes que se conservan hechas por él con el formato de pares estereoscópicos que, una vez revelados y mediante el uso de un visor apropiado, permitían la contemplación de la imagen con un efecto tridimensional. Unos “montones de luz” contenidos “en un májico campo encristalado”, como los describió el poeta Juan Ramón Jiménez en un poema dedicado al propio Amós Salvador.