El fotógrafo Amando Casado presenta sus creaciones en la galería Ármaga.
Marcelino Cuevas. Diario de León / Después de un prolongado silencio, llega de nuevo a León Amando Casado. Le acompañan un trovador astorgano, la madrina y faro de todos los artistas de Astorga, Castorina, y un largo cortejo de gentes de su tierra que no han querido perderse la inauguración de la exposición que el genial fotógrafo presenta en la galería de arte Ármaga. Casado demuestra una vez más que es posible pintar, crear arte con la luz y, sin despren
derse de su bagaje fotográfico, muestra una extraordinaria colección de imágenes que sorprenden y son capaces de estimular la imaginación de quienes las contemplan.
El decano de los fotógrafos leoneses, Manolo Martín, contemplaba con asombro las placas de Casado. «A mí –dice- me parecen geniales, pero ya le he dicho a Mandi que quizá sus obras pierdan un poco la esencia de la fotografía para acercarse más a la pintura». Y tiene razón. Lo de Amando Casado no es el fiel reflejo de un momento, no es el documento en imagen, no es la composición de un objeto o un personaje en un escenario bien iluminado. El artista astorgano realmente hace pintura a partir de la luz y de la sensibilidad mágica de la fotografía. Sin duda el resultado de su trabajo es espléndido.
Para Amando Casado su acción consiste en escribir con luz (foto-grafía) y lo explica así: «En estos trabajos la luz es materia y poética en un mismo acto. El referente no desaparece sino que se desplaza de su tradicional función, la de la representación mimética de lo real, siendo por tanto una realidad por sí misma, existiendo como un nuevo objeto fotográfico, desvinculado de la semejanza».
Y, efectivamente, la poesía está patente en todos y cada uno de los cuadros que Casado presenta en esta muestra. «Estas huellas de luz –dice- son formas plásticas, poéticas de ese desplazamiento, de la similitud a otras formas que traducimos directamente a través de la escritura fotográfica. Las emociones que nos producen nos llevan a exclusivas experiencias sensoriales».
Recordemos finalmente que las obras de Mandi parten de una rítmica danza en la que la cámara y el artista actúan simultáneamente sobre el espacio y el tiempo. Son como el reflejo plástico de una melodía. «Se trata de plasmar la consecuencia de un gesto humano expresivo, creativo y poético que se sustancia en los residuos de la luz. Esto supone para mi fotografía una liberación en los límites de la expresión y una amplia posibilidad de explorar nuevos horizontes desde una mirada interna, libre, autónoma, humanizada, íntima y reveladora».