Club de fotografía. João Silva es un fotógrafo de guerra con sede en Johannesburgo, Sudáfrica. Es una de las cuatro personas comúnmente asociadas con el Bang-Bang Club, un grupo de fotógrafos que cubrió Sudáfrica desde el momento de la liberación de Nelson Mandela a las primeras elecciones en 1994.
Silva ha trabajado en África, los Balcanes, Asia Central, Rusia y el Medio Oriente y sus imágenes han ganado numerosos premios, incluyendo el World Press Photo.
Durante dos décadas, ha documentado el costo humano de las guerras del mundo, los conflictos políticos y los desastres humanitarios: Ruanda, Sudán, Líbano, Irak y Afganistán entre otros.
Joao Silva nació en 1966 en Lisboa, Portugal y vive con su familia en Johannesburgo, Sudáfrica.
João Silva comenzó a tomar fotos en 1989. Comenzó su carrera en el “Alberton Record“, un periódico local en Sudáfrica. En 1991 trabajó para “The Star“, un periódico de Johannesburgo, como fotógrafo antes de unirse a la Associated Press en 1994.
Se convirtió en un freelance regular para el New York Times en 1996. En 2000 se convirtió en un fotógrafo a contrato con este periódico.
En 2005 Joao publicó “In the Company of God“, un libro fotográfico sobre los chiítas iraquíes durante la ocupación americana y la frágil democracia que siguió.
Joao Silva ha ganado numerosos premios, incluyend el Word Press Photo en 2005. Ganó el 2º Premio en la categoría “Contemporary Issues” (Problemas contemporáneos).
La tragedia en Afganistán
En octubre de 2010, en una misión en Afganistán para el New York Times, Silva estaba en una patrulla de combate fuera de Kandahar, con miembros de la 4ta División de Infantería.
Entró a un lugar desolado siguiendo a dos soldados y un perro detector de bombas en un sendero estrecho a través de montones de escombros. Las tropas de OTAN había conducido a los talibanes fuera de la confrontación directa al tiempo que aumentaba en gran medida el uso de artefactos explosivos improvisados y minas terrestres. Silva y la reportera de Times Carlotta Gall había llegado a documentar eso.
Como dice en la web de Men’s Journal, ”El destino quiso que me encontrara exactamente la historia que estábamos buscando“, recuerda Silva. “Me paré sobre ella.” Recuerda un tintineo metálico y una explosión ensordecedora, y estaba inmediatamente en el suelo, cubierto de polvo y sangre.
Los soldados corrieron hacia atrás, lo arrastraron fuera de la zona de fuego y comenzaron a administrar los primeros auxilios. No podía sentir nada, excepto, curiosamente, en la muñeca de la mano con la que dispara, y de algún modo logró tomar tres fotos antes de dejar caer su cámara. Luego se miró las piernas. “Pude verlas colgando y destrozadas”, dice. “Sabía que se habían ido.”
La explosión había destrozado la pierna izquierda de Silva por debajo de la rodilla y la pierna derecha por encima de ella. Pero también había tenido mucha suerte ese día. La mina que había pisado estaba conectada a un segundo dispositivo, un tubo de metal lleno con 13,5 kg de explosivos caseros que no habían detonado. “Si hubiera detonado, no habrían encontrado suficiente de mí para poner en una caja de cerillas“.
Estuvo consciente todo el tiempo. Los médicos le aplicaron torniquetes y lo dejaron fumar un cigarrillo, y usó el teléfono de Gall para llamar a su esposa Viv, en Sudáfrica. La conversación fue algo así:
Joao – ‘Mis piernas se han ido, pero creo que voy a estar bien.”
Viv – ‘Por favor, no mueras’,
Joao – ”Intentaré no hacerlo. “
Actualmente
Como dice en la web de Informador, de México, el fotógrafo volvió a Transmission, el festival de fotoperiodismo Visa pour l’Image de la localidad francesa de Perpiñánpara, a exponer una retrospectiva de su carrera y participar en esta iniciativa, donde habló sobre todo “de la emoción al tomar las imágenes“.
Silva ya recuperó movilidad con sus piernas prostéticas, y no utiliza bastón.