The Huffinton Post / ¿Alguna vez has escuchado el nombre de Joana Biarnés? Es probable que no. Sin embargo, Biarnés marcó un antes y un después en el mundo del fotoperiodismo, un ámbito que en la actualidad está muy de moda, pero que a principios de los 60 no concibía que una nenacomo Joana entrara a formar parte de él y rompiera sus esquemas.
81 años después del nacimiento de Joana Biarnés (Terrassa, Barcelona, 1935) y más de dos años después de que se lanzara una campaña de micromecenazgo para conseguir presupuesto, este mes se estrena un documental sobre su trayectoria, sobre una vida trufada de anécdotas que rozan lo surrealista.
«Se coló en la suite de los Beatles, engañó a Roman Polanski, fue fotógrafa de Raphael y Clint Eastwood la besó en los labios», anuncia la nota de presentación del documental Joana Biarnés. Una entre todos. Antes de verlo, se podría pensar que sus hazañas aparecen sobredimensionadas para hacerlo más atractivo. Pero eso solo ocurre antes de verlo; la sensación de después es justo la contraria: ¿cómo es posible que una figura así no haya trascendido más?
Ella nunca fue aficionada a la fotografía, dice. El objetivo era que su padre «estuviera orgulloso», y luego ya vino la pasión por la fotografía «de casualidad». Una casualidad que la llevó a encontrarse al principio del camino con comentarios del tipo «nena, que tú no deberías estar aquí» o «¡a fregar platos! ¿Buscas novio?», pero también a vivir momentos históricos y a ganarse elogios de Salvador Dalí, Joan Manuel Serrat o Gervasio Sánchez, quien no duda en afirmar que «la obra de Joana Biarnés parece la obra de una agencia fotográfica, no de un solo fotógrafo».
Su trabajo es tan sorprendente como variado. Cubrió las terribles riadas del Vallés en 1962, trabajó durante más de una década en el diario Pueblo en Madrid y, finalmente, fundó Sincro Press, su propia agencia. Además, fue fotógrafa de Raphael, escogió el vestido de Massiel para Eurovisión y terminó haciéndose amiga de la Duquesa de Alba, el Cordobés, Lola Flores y Salvador Dalí, por citar solo algunas de sus intrépidas aventuras.
Pero cuando nadie se lo esperaba, desapareció. Hubo algo que la decepcionó tanto —el documental lo desvela— que la empujó a dejarlo todo de repente y a abrir un restaurante en Ibiza con su marido. Biarnés es una mujer impulsiva, aunque no desatinada, pues allí, en su restaurante Cana Joana de Ibiza, se reinventó como maestra de la cocina y personalidades como Julio Iglesias o Juan Mari Arzak alabaron sus platos.
Curiosamente, aunque este paso repentino de reputada fotógrafa a cocinera emprendedora suene descabellado, a ella le parece de lo más normal. Convencida de ello, en el documental explica que hay un hilo que conecta estos dos mundos: la imaginación. Y eso es algo que Joana Biarnés posee a raudales.
Veinte años después se jubiló y decidió volver a Cataluña, donde guardó «en un cajón metálico» su vida, su trabajo, sin ser consciente de lo increíble de su legado fotográfico. Ahora, gracias al descubrimiento de esos miles de negativos, y a través del documental de Òscar Moreno y Jordi Rovira, la sociedad podrá reconocer, por fin, a esta pionera.