Canadá.

País inmenso como veinte Españas y con unos treinta millones de habitantes solamente. Campos y bosques y ríos interminables. Paisajes extasiantes. Sí, todo ello cierto pero la estupidez humana también ha llegado a las ciudades de este país de contrastes y se han dejado seducir por la competición sin sentido de «a ver quién construye un edificio más alto…» Y uno cándidamente se pregunta ante los campos floridos o nevados si tal vez los gobernantes o arquitectos o pueblo llano solo querían respetar su extraordinario paisaje y prefirieron elevar al cielo sus miradas por no restar ni hollar tan inconmensurables bellezas naturales.

Artículo anteriorRobert Lebeck, el fotógrafo del instante.
Artículo siguienteHenri Cartier Bresson. Fundación Mapfre en Madrid, desde el 28 de junio.