Canadá.
País inmenso como veinte Españas y con unos treinta millones de habitantes solamente. Campos y bosques y ríos interminables. Paisajes extasiantes. Sí, todo ello cierto pero la estupidez humana también ha llegado a las ciudades de este país de contrastes y se han dejado seducir por la competición sin sentido de «a ver quién construye un edificio más alto…» Y uno cándidamente se pregunta ante los campos floridos o nevados si tal vez los gobernantes o arquitectos o pueblo llano solo querían respetar su extraordinario paisaje y prefirieron elevar al cielo sus miradas por no restar ni hollar tan inconmensurables bellezas naturales.