Robes-GamonedaLuis Canal. Focus. Fingía un rostro en el aire (hambre de marfíl de los hospitales andaluces): en la extremidad del silencio, él oía la campanilla de los agoizantes. Nos miraba y nosotros sentíamos la desnudez de la existencia.
Velozmente, abría todas las puertas y derramaba el vino sobre el hielo del amanecer. Luego, sollozando, nos mostraba las botellas vacías.
Era veloz sobre la yerba blanca.

Un día sintió alas y se detuvo para escuchar en otra edad. Ciértamente, latían pétalos negros, pero no en vano: vio a los duros zorzales alejarse hacia ramas afiladas por el invierno y volvió a ser veloz sin destino.

En su canción había cuerdas sin esperanza: un son lejano de mujeres ciegas (madres descalzas en el presidio transparente de la sal)
Sonaba a muerte y a rocío; luego, tañía cañas negras: era el cantor de las heridas. Su memoria ardía en el país del viento, en la blancura de los sanatorios abandonados.
Antonio Gamoneda.

Un deleite de poesía y fotografía en la mañana del once de febrero en el auditorio ciudad de León; introducido por el concejal de cultura Juan Pablo Valadés, seguido de Antonio Robés y finalizando Antonio Gamoneda con uno de sus poemas.
Robés, comenzó haciendo un llamamiento sobre la actual situación política que vive el país. Su compromiso de ser vigilante, deriva de su oficio de mirar; hay que vigilar para decir basta ya. La labor del artista es la de la vigilancia, su tarea es escuchar a las estrellas sentados al borde de la noche.

En estos días grises según sus palabras, es necesario hacerse vigilantes y recordar que el arte no sirve para alcanzar el poder, pero sí para responder al poder con sentimientos cercanos. No sirve para enseñar a nadie nada, pero sí para mostrar lo que acontece por el mundo, para emocionar, para vivir en otros cuerpos, para alzar la voz en silencio, para hablar con  libertad, para proclamar la inocencia de las cosas, para revelarse contra la locura de la historia, no sirve para la muerte, sirve para la vida.

Manifestándose ateo convencido y practicante añade que también el arte sirve para llevar a Dios a misa, para esconderle los dados a los dioses, para que hablen los pueblos por su cántico, para saber que no tenemos mas remedio que vivir sin mas recuerdo que la vida, para decidir donde plantar los árboles de nuevo, para vivir el hambre, para saber quien y en que lugar hay sangre, donde queda la razón, donde la palabra, donde la justicia. Sirve para distribuir las flores del mañana e ir galopando en el viento sobre el caballo de la lluvia…

Terminó con palabras de agradecimiento para Antonio Gamoneda, por su compromiso, por sus desvelos, por estar siempre ahí, por estar vigilando constantemente, por ser el vigilante de la nieve.

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