Es una colección de 27 fotos digitales que en su origen eran nocturnas con una tenue iluminación; las consideró como negativos del resultado buscado, de tal forma que el invertirlas o «positivarlas» le ha ofrecido una serie de posibilidades pictoricas que le ha encantado trabajar: la penumbra de la noche se convierte en una neblina arenosa y sugerente, las cortezas de los árboles adquieren una textura visual escamosa, los follajes semejan frágiles telas bordadas…


Este bosque se quemó en el año 2000; sus árboles arraigan en la arena y el azote del viento marino les ha obligado a inclinarse de continuo; se agachan, son enterrados, se alzan, se apoyan en otros árboles para soportar el empuje del viento… resisten. Ese pervivir en pésima condiciones de vida ha dado direcciones atormentadas y retorcimientos barrocos a sus ramas.
Pero mejor leer las breves prosas que Octavio Fernández Zotes dedica a cada imagen para disfrutar de las peripecias vitales de este modesto y resistente bosque de los límites.