El Mundo. Ha sido un invierno de noches largas y luz de gas, ideal para emboscarse en el laberinto urbano y rastrear con la ayuda del iPhone esos momentos de soledad y perdición, de brumas y misterios, de excesos y carencias…
«Me encanta perderme en la noche de Londres y jugar a la confrontación entre lo oculto y lo invisible, cuestionar la relación del humano con la ciudad y el hecho de convivir con gente que realmente desconocemos, buscar siempre una interpretación subjetiva».
Ione Saizar (Zarauz, 1965) lleva más de una década recorriendo la capital británica con la premura del fotoperiodista, aunque con una puerta siempre abierta a la tercera dimensión (la artística) que tantas veces muere estrangulada por la letra impresa. A su trabajo diario le faltaba unas gotas de poesía, y eso es lo que ha encontrado con la ayuda insospechada de un iPhone.
‘Suburbs of a Secret’ da título a la exposición de la fotógrafa vasca en la Galería Smart del Espacio Raw en Madrid, con una selección de escenas captadas con nocturnidad y sin alevosía, de una manera casi imperceptible para el paseante fugaz, la mujer con tacones o la pareja furtiva.
«Say you, say me». «Más intenso de lo normal». «Carne totalmente anochecida y amanecida»… Las imágenes vienen acompañadas de acotaciones mínimas, a modo de crónicas etéreas e imprecisas.
Un arte evolutivo
«En el trabajo periodístico se espera que la foto sea conclusiva, que aporte una información y ofrezca una síntesis clara de lo que ocurre en escena. En mi trabajo personal paso lo contrario. La acción es inconclusa. La atmósfera o el ambiente son los de una ciudad cualquiera. Y los fotografiados tienen el elemento común de lo que no sabemos».
Ione Saizar (‘Ionecell’ para quienes estamos conectados con ella) comenzó a tomarse seriamente la fotografía ‘móvil’ hace aproximadamente un año. «Es como usar una cámara de juguete, una herramienta tecnológica sofisticada, con ventajas e inconvenientes, que una vez los conoces se convierten en interesantes posibilidades creativas de producción y difusión».
«La imagen se crea cuando se dispara, tal vez antes, y lo bueno del iPhone es que te permite ser casi invisible. A mí, que trabajo de una manera intuitiva, me ha aportado una ligereza física y una gran fluidez».
«Tampoco soy una purista de la imagen», admite Saizar. «La fotografía es tal vez el arte que más ha evolucionado y la tecnología aporta nuevas maneras de pensar y de ver las cosas. Con el iPhone, la edición se ha convertido además en algo mucho más divertido y creativo. Procuro ser fiel a la escena que he captado, pero su contenido emocional me pide una u otra cosa».
«Me sorprendo a mí misma experimentando a todas las horas, en el metro, en el tren, en los cafés, cuando tengo un rato libre… Este proyecto se ha ido apoderando de mí y el fondo me ha servido para reconectar con el viejo oficio. En el fondo, es como si llevara el laboratorio a cuestas».