Diario de León / Exponer en la Real Sociedad Fotográfica de España (RSF) podría ser hacer cumbre en un ocho mil. Llegar a un lugar referente de la fotografía. Aún a riesgo de fin de trayecto, cumplir un sueño. Pero José Ramón Vega llegó ayer y no tenía pinta de haberse dejado la mochila por el camino, sino con la sensación de que todo continúa y sólo tiene sentido si se piensa ya en el próximo disparo. Pero, de vez en cuando, hay que exponerse… Y La mirada cercana, título de la exposición presentada, está en la RSF como esa colección de retratos que viaja de leoneses a ilustres a los que Vega les encuentra algo: «La mayor parte de las fotografías que presento las ha elegido directamente la RSF. Hay personajes famosos y otros de mi entorno. No fotografío a famosos por el hecho de serlo, sino por ser gente que me ha influido o admiro por su obra o por sus ideas. Uno siempre trata de hacer una fotografía definitiva sobre una persona, una fotografía que la refleje en su totalidad, pero eso es imposible. Recoges un momento de ella, lo que ves de esa persona. Y tu manera de ver puede ser muy distinta a la de los demás», relata.
Sentadas las bases actuales, se podría mirar tanto hacia atrás como a lo último. Y a Vega le salen dos nombres fundamentales por diferentes razones. ¿Se acuerda uno de quién fue el primero y quién el ultimísimo? «Claro, mi primera retratada fue mi madre, que posaba fatal, por cierto. El último retrato que he hecho es el de Cristóbal Halffter en el castillo de Villafranca del Bierzo. Llevaba toda la vida queriendo franquear ese portón. Fue un día muy especial para mí», cuenta.
También fue día ayer de disfrutar por el hecho de ver sus fotografías en este lugar: «Es muy reconfortante que me hayan elegido en la RSF, porque es un sitio con mucho prestigio y por donde han pasado muchos de los fotógrafos importantes de este país. Es un paso más, no sé a dónde, porque yo tampoco sé muy bien a dónde quiero ir», relata.
Por aquello de que no sea él siempre el que se escapa vivo, habrá que pedirle su autorretrato, que confirma que sigue siendo como antaño: un tipo hermético con las llaves puestas en la puerta. Él diría: «Difícil me lo pones. Digamos que alguien que como fotógrafo siempre ha ido por libre, un enamorado de la imagen y alguien que sólo ha perseguido la satisfacción de fotografiar y el reconocimiento de mis allegados. A nivel personal, una pura contradicción, una mezcla de porcelana y roca de pedernal».