Luis García. El tándem que hoy en día debe ser considerado como indispensable en el panorama artístico actual de nuestra ciudad, una vez disuelto en el año 2009 el colectivo bicéfalo de Juárez y Palmero, es el integrado por Marcelino Cuevas y Vicente García. Marcelino Cuevas es un popular y peculiar periodista de radio y prensa que cuenta a sus espaldas con una destacadísima trayectoria y viene realizando metódicamente y desde hace mucho tiempo de comentarista de arte y también de crítico de gastronomía.
En esta ocasión presentan una muestra titulada, Ellas, ellos, y se exhibe en la sede de la Fundación Vela Zanetti, precisamente coincidiendo con el centenario del nacimiento del pintor y muralista. Esta propuesta expositiva supone una sorpresa para algunos de nosotros o por lo menos un guiño a su entorno social más próximo, percibiéndose un cierto compromiso relacional e incluso una vinculación humana y afectiva con los personajes retratados.
El retrato se convierte en el protagonista esencial de la muestra; Vicente se encarga del femenino y Marcelino del masculino, pero cada cual nos lo propone con un enfoque específico y peculiar. Esta exposición es una nueva apuesta de este colectivo que escoge un tema de trabajo que ambos han tocado en algún momento de su trayectoria, pero nunca como proyecto conjunto y mucho menos con la intencionalidad grupal.
En este caso la propuesta se centra en lo humano, pero no en el hombre de forma genérica, más bien al contrario son personas de carne y hueso, con nombre y apellidos, y gran parte de ellos son muy próximos personalmente y se interrelacionan de forma habitual con los protagonistas de las imágenes.
Trucos de alquimista
Como no podía ser de otro modo, Marcelino es el que más nos sorprende porque rompe los esquemas desde su creatividad primaria e intuitiva de poeta de lo cotidiano. En una especie de juego de magia, trastoca hasta el límite el procedimiento de trabajo habitual. Así nos recuerda los trucos alquimistas de los viejos maestros dadaístas y surrealistas, seleccionando minuciosamente entre miles de objetos obsoletos y banales del rastro, donde con mirada aguileña y sensible descubre verdaderas joyas, de exquisito gusto trasnochado.
Es un curioso desfile de personajes donde aparece representado Manolo Jular, acertado, terrible e indomable látigo verbal, justo al lado de una de sus emblemáticas dianas pictóricas. Agustín Pérez Rubio con mirada inquisitorial parece escudriñar en la mente de Marcelino. El meditativo Amancio González parece dar prioridad a su obra en una lucha por buscar el espacio vital. Ramón Villa aparece coronado con el pan daliniano, símbolo de la riqueza y alimento mental. A Nadir lo beatifica y mistifica. Juan Carlos Uriarte, José de León…
Vicente García nos presenta una vertiente más clásica y menos experimental, sin tanta carga conceptual como en el caso de Marcelino. Vicente se aproxima al mundo femenino desde una estructuración mucho más directa y sencilla, con una iluminación lateral, un primer plano con variaciones que van desde posiciones más o menos frontales hasta perfiles puros, dando el máximo protagonismo a la verosímil imagen de la retratada.