JJ-RODRIGUEZE. Gancedo / Diario de León / «La fotografía, al menos tal y como yo la entiendo, es una batalla entre retratador y retratado… si el ganador es el retratado, entonces no hay fotos». Con ese símil bélico define Javier Juan Rodríguez (Jota Jota es su firma y siglas de guerra antes del apellido) el concepto que tiene de este complejo arte. Un arte que conoce bien, en especial su médula misma, el manejo de la luz. Domarla, pulirla, amansarla, dirigirla allí donde se desea y pintar con ella superficies y rostros para dotarlos de las adecuadas elocuencia y expresividad. Admirador del cine clásico y de la extremadamente cuidada —y artesanal— fotografía que en él se empleaba, J. J. Rodríguez ha aplicado esas mismas técnicas a un proyecto («el más personal») consistente en retratar a personas conocidas o anónimas de la sociedad leonesa con vistas a una futura exposición.

Sesiones que se extendieron durante varias horas en un espacio habilitado en el restaurante que regenta, San Isidoro, detrás de la Real Colegiata, donde llegó a emplear hasta cinco focos y donde nunca faltaba la música de filmes como los de Bogart o Hitchcock («el jazz es fundamental», observa) con el fin de relajar al retratado. «Ante la cámara, las personas al principio se ponen en guardia, distantes, crispadas, hace falta tiempo y tacto para ganártelas», aconseja.

J.J. Rodríguez comenzó a familiarizarse con esa inaprensible materia prima que son los haces de luz hace más de veinte años, cuando con 17 empezó a trabajar como asistente en la agencia alicantina Star Model —dirigida por Tarek Kurdi —«en su día, el niño que anunciaba las galletas Tosta Rica», indica— y allí se bregó de lo lindo en iluminación y fotografía publicitaria y de modelos. Después emigró a Francia y acabó regresando a su ciudad natal para compatibilizar su negocio especializado en la gastronomía portuguesa con su pasión por el retrato y sus cursos con el colectivo Focus.

Del novelista Javier Pérez a la profesora y cronista de la ciudad Margarita Torres pasando por José Antonio Sánchez, librero; Eutimio, profesor del IES Legio VII; Luis Ferreira, quien dirigiera Everest durante quince años, el artesano Ezpeleta… así hasta una veintena de personas (aún le faltan José Luis Puerto, Amancio González o Carmen Busmayor) en una serie fotográfica que Rodríguez quiere ofrecer al Instituto Leonés de Cultura para su exhibición. «Cada retrato es único, no hay otro igual —continúa reflexionando—. Yo les ataco por la parte que no les gusta, es un camino muy emocional, tienes que conseguir una conexión con la persona retratada, si no… no harás fotos buenas».

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