PeregrinatioLa sala municipal de Exposiciones de San Marcelo acoge la exposición Peregrinatio a partir del 3 de marzo.
Galicia celebra en 2014 el VIII Centenario de la Peregrinación de san Francisco de Asís a Santiago de Compostela. El Camino de Santiago, que en el siglo XIII favoreció un encuentro entre dos sensibilidades, la franciscana y la jacobea, íntimamente ligadas a los valores humanos y espirituales universales, renueva su vocación de ser crisol de culturas y cauce de difusión privilegiado.

Enmarcada en los actos de celebración, esta exposición audiovisual es fruto del reciente e intenso viaje realizado por el fotógrafo Manuel Valcárcel y del músico Alexandro González, ambos gallegos, a través de Italia, Francia, el norte de España y la Galicia jacobea,  siguiendo la misma ruta que San Francisco recorrió en el año 1214 desde Asís a Compostela.

En este viaje contemporáneo los autores se han mostrado atentos a la tradición cultural y a la sensibilidad religiosa que impregna los lugares y los caminos a Santiago de Compostela. Unos paisajes culturales y unos espacios sacros íntimamente ligados al origen evangélico de la tradición cristiana sobre la que se asienta la mentalidad y la historia cultural de los pueblos de Europa. En su estricta expresión física, el camino de peregrinación vertebra territorios más o menos distantes, vincula el patrimonio cultural creado al secular flujo peregrinatorio, y proporciona la oportunidad de viajar en el tiempo. El peregrino rememora en su acción voluntaria de transitar por un espacio sagrado la experiencia de otros muchos que en el pasado le precedieron.

La sacralidad de esos espacios viene conformada por la propia ruta y por los santuarios, monasterios, hospitales, pueblos y ciudades relacionados históricamente con el Camino a Santiago de Compostela.

Pero también se resalta en este fresco el fecundo encuentro entre culturas que suscitan los santuarios y los caminos de peregrinaje, en especial en la ruta jacobea, con su renovada capacidad de convocatoria. Un viaje que se desarrolla a través de paisajes cambiantes, al amparo del misterio y de las inquietudes de los peregrinos. Esta búsqueda espiritual se escenifica no sólo en la penumbra de los templos, ante el esplendente brillo de los adornos barrocos de los altares; también se asiste a este encuentro con lo trascendente en la comunión del peregrino con la naturaleza, en el intercambio de gestos y palabras con los compañeros de ruta, en la calma del albergue, o en el bullicio políglota de mesones y tabernas. Peregrinar, ya lo decía san Agustín, es metáfora de la vida terrenal, paso ligero por el mundo sensible antes de alcanzar la patria celestial, la realidad supraterrenal hacia la que tiende cada fiel.

Los objetivos de aquellos que se entregan con espontáneo entusiasmo a las penalidades de cualquier itinerario sacro muestran, todavía en nuestros días de dinamismo convulso, un sentido piadoso ligado al concepto de purificación espiritual que toda vía de ascesis contiene. Bien es cierto que los motivos de ocio y deporte, de turismo cultural, incluso el sentimiento de aventura, galvanizan en buena medida los ánimos de los modernos peregrinos. Pero en este risueño entramado de apetencias mundanas sigue brillando una llama de espiritualidad que refuerza la voluntad de cada cual, ayudándolo a sobrellevar esfuerzos y olvidar cansancios, y que sirve también para que el peregrino del siglo XXI se sienta heredero de una tradición cultural milenaria.

En la misma centuria los pueblos de Occidente encontraron en el Camino de Santiago una salida pacífica a sus ansias devocionales y al ejercicio de una práctica tan piadosa y salvífica como la peregrinación.  La peregrinación a Compostela contó con el decidido apoyo de las monarquías cristianas, de los nobles, de la Iglesia compostelana, de los monjes de Cluny, que con sus monasterios crearon en la ruta jacobea una red asistencial de servicio al peregrino; de las comunidades franciscanas, forjadoras de una arquitectura sobria y elegante, luminosa y diáfana y también de los gremios urbanos y los cabildos catedralicios, comunidades que fundaron y dotaron hospitales para mejor atención de los que pasaban camino de Santiago.

En Europa occidental la vivencia de la peregrinación a Santiago generó una red de rutas –recordémoslo, de espacios sagrados– jalonada de santuarios, hospitales, monasterios, iglesias, pueblos y ciudades. La historia de estas peregrinaciones, con una vitalidad extraordinaria en los siglos medievales, cobró nuevos bríos con el empuje contrarreformista característico de la cultura barroca. Al rebasar el ámbito temporal medieval y salvar el obstáculo que supuso para la sensibilidad jacobea la crítica luterana y las llamadas guerras de religión, la epopeya humana de la peregrinación compostelana siguió su evolución durante la Edad Moderna y la época contemporánea; un camino, en definitiva, íntimamente ligado al devenir histórico-cultural del Viejo Continente y, por extensión, del mundo occidental.

Las claves principales de este fenómeno histórico, sus valores universales, su legado cultural, su capacidad para potenciar aspectos tan positivos como la comprensión mutua, el intercambio, la solidaridad, la hospitalidad…, están recogidas con enorme capacidad de síntesis en este trabajo de Manuel Valcárcel y Alexandro González, dos jóvenes artistas gallegos que, asumiendo su papel de peregrinos, han sabido ver en caminos y santuarios, con los ojos bien abiertos, la esencia de un fenómeno único.

Sede: Sala municipal de exposiciones San Marcelo
Pza. San Marcelo, s/n, LEÓN

Fechas: del 3 de marzo al 2 de abril de 2014

Horario: de lunes a viernes de 12:00 a 14:00h y de 18:00 a 21:00 h.

Organiza: Turismo de Galicia, Xunta de Galicia

Colabora: Ayuntamiento de León

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