restauracion_panoramica_inah-webEl Universal. Se trata de un conjunto de cinco imágenes en blanco y negro tomadas hace 155 años por el explorador francés Désiré Charnay, que muestran la vista más antigua de la ciudad.

Después de cuatro años de la restauración a un conjunto de cinco fotografías en blanco y negro tomadas hace 155 años por el explorador francés Désiré Charnay, que juntas suman 199 cm por 29.9 de una vista panorámica más antigua de la Ciudad de México.

En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, así se da a conocer y se añade que la restauración corrió a cargo de profesores y alumnos de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH, del que se resalta el trabajo porque son tomas que destacan por su antigüedad y por haberse elaborado con la primera técnica fotográfica en papel, conocida como papel salado.

«Se trata de una obra única (de 199 cm de largo por 29.9 de ancho) tanto histórica como técnicamente, ya que corresponde a la primera imagen panorámica de la capital de Méjico de la que se tenga registro, obsequiada por Charnay (1828-1915) al político, historiador y cartógrafo Manuel Orozco y Berra (1816-1881)», informó Fernanda Valverde Valdés, coordinadora de la Especialidad en Conservación y Restauración de Fotografías de la ENCRyM.

«Las cinco imágenes, quizá fueron tomadas desde el techo del Templo de San Agustín, posterior sede de la Biblioteca Nacional de México (fundada en 1867), entre las calles República de Uruguay e Isabel La Católica, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo que consideramos a partir de las áreas capturadas, que abarcan desde la Alameda, pasando por la plaza de Santo Domingo, la Catedral Metropolitana, Palacio Nacional, hasta San Lázaro», refirió Valverde.

Las fotos, junto con un archivo de las tomas digitalizadas, serán entregadas este 20 de marzo, a la Mapoteca «Manuel Orozco y Berra», de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, a la cual pertenecen, junto con recomendaciones de cuidado, entre ellas evitar su exhibición, ya que la luz y la humedad pueden provocar desvanecimiento de la imagen, abundó la experta.

Refirió que si bien las fotos no tienen una fecha registrada, sugieren que fueron tomadas en 1858, durante los 11 meses que el fotógrafo permaneció en la Ciudad de México (desde su llegada en 1857), antes de iniciar un viaje por las tierras del sureste del país.

La pieza es también una joya en el aspecto técnico, porque debió haber sido una proeza su realización, ya que fue creada con la técnica fotográfica en papel más antigua, utilizada a mediados del siglo XIX: el papel salado, a partir de negativos de colodión sobre vidrio, destacó Valverde Valdés.

Explicó que de acuerdo a la fotografía de esa época «Charnay usó como negativos cinco placas de vidrio que tenían que prepararse para sacar la foto, para ello eran recubiertas con una sustancia llamada colodión, después se metían en un baño sensibilizador de nitrato de plata y aún húmedas, se introducían en la cámara para sacar la fotografía; inmediatamente después, la placa debía sacarse, revelarse y fijarse la imagen antes de que se secara el barniz de colodión sobre el vidrio».

«Realmente era toda una faena, pues no sólo se necesitaba la cámara y todos los materiales químicos para obtener las tomas, sino además, ahí junto debían tener el ‘laboratorio’ para procesar cada cristal de manera inmediata».

La especialista del INAH destacó la destreza que debió tener Désiré Charnay, al considerar que para su época era muy complicado la realización de panorámicas, sobre todo hacer que cada fotografía coincidiera perfectamente con la siguiente, es decir, que existiera una exacta unión entre la secuencia de las imágenes, cada una de 28.5 cm de ancho y aproximadamente 41 de largo.

Las labores de restauración se efectuaron en intervalos de 2008 a 2012 por las profesoras Estíbaliz Guzmán y Diana Díaz, junto con tres generaciones de alumnos de la Especialidad en Conservación y Restauración de Fotografías de la ENCRyM.

Expresó que a partir de los estudios realizados al material fotográfico, así como la revisión que se hizo de una segunda impresión de éstas -que se encuentra en la Biblioteca de París, Francia (un regalo que Charnay hizo a Napoleón III)-, se dieron a la tarea de idear la mejor forma de montaje de las fotos en pro de su conservación, así como una propuesta de intervención.

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