Fotografías tomadas por Cori Fernández durante la visita guiada de Chema Madoz en Cerezales del Condado.[nggallery id=38] E. Gancedo. Diario de León «Su fotografía no es improvisada. Trabaja como un escenógrafo, manipula el signo y su presencia. Aborda sutilmente la ambigüedad que envuelve al mundo, jugando con el engaño y la ironía de los objetos: una moneda que es hucha de otra moneda nos evoca el capitalismo. Recurre a toda suerte de metamorfosis: una caracola de mar convertida en flor, una cortina que se antoja partitura o una alusión a la idea del libro como un contenedor de voces». Así presentaron a Chema Madoz en la Fundación Cerezales Antonino & Cinia, donde se le ha dedicado una amplia exposición que culmina el próximo día 23. Ayer, el propio artista explicó su proceso de trabajo a los visitantes en una estimulante visita guiada.

—Su trabajo ha sido visto en las salas más importantes y en museos como el Reina Sofía. ¿Qué le parece esta muestra en pleno medio rural leonés?

—Me ha parecido una iniciativa muy interesante porque me ha brindado la ocasión de ponerme en contacto con un lugar, con un público, al que difícilmente podría acceder, con mi trabajo, de otra forma. Además, la ocasión de trabajar con un equipo que demuestra tanta pasión y tantas ganas como éste ha sido muy reconfortante. De todas formas, al hablar de sitios más o menos importantes depende de los baremos que utilices: hay salas cuyas acciones tienen, se supone, una mayor repercusión, pero en las que todo es más frío que en espacios como éste, por ejemplo.

—¿Su obra necesita ser explicada? Es decir, ¿es preciso que el autor hable sobre ella para poder ser comprendida?

—No necesariamente, pero, a mi modo de ver, puede ser válido, y lo digo como espectador, tener la ocasión de tener frente a frente al autor de algo que me interesa, de contar con la posibilidad de preguntarle sobre su trabajo y de intercambiar ideas. Siempre es gratificante y clarificador, y espero que así lo haya sido conmigo… En este caso concreto lo que he intentado hacer aquí es ofrecer unas coordenadas, unas cuantas claves, sobre cómo entiendo yo mi trabajo del día a día.

—¿Cómo realiza esa labor? ¿Prepara a conciencia el resultado final o se deja sorprender por la realidad?

—Depende del momento, claro. Hay veces en las que entro al estudio con una idea clara de lo que voy a hacer aunque siempre surgen posibilidades que antes no contemplabas y en otras te surgen objetos que desencadenan una imagen… pero en realidad, para mí, no es un proceso claro ni definido, es más bien confuso, no es una fórmula que yo aplico, es más inaprensible: nunca sabes cómo, ni cuándo, ni por qué, surgen la imagen. Lo que sí hay que estar es receptivo a su llegada.

—¿Qué tiene el hombre que ‘ve’ mensajes y sentidos hasta en los objetos inanimados?

—Ahí está el asunto, es una proyección que la persona realiza sobre la imagen de una forma inevitable, proyectamos nuestros propios fantasmas sobre las imágenes, de alguna forma ‘contaminamos’ todo lo que tocamos o vemos, cada uno a su propia manera.

—Es decir, que la objetividad no podía estar más lejos de su concepto fotográfico.

—De hecho, mi visión incide en una línea subjetiva que se resume así: la realidad puede ser vista de formas muy diferentes y no excluyentes entre ellas, no se trata de una realidad neutra y uniforme, sólo hay que rascar un poco la superficie para darse cuenta de ello, mil matices y posibilidades surgen entonces. Esa es su riqueza.

—Algo que les preocupara especialmente a las personas a quienes les has guiado por la exposición…

—Me han preguntado mucho por los objetos que yo uso en mi trabajo, eso suele suscitar la curiosidad. ¿Qué es de ellos cuando son fotografiados? ¿Se conservan físicamente? Bueno, pues en algunos casos sí, y pasan a formar parte de mi material y a intervenir, con otros significados, en otras imágenes.

—¿En qué proyectos te encuentras ahora embarcado?

—Estoy preparando el material necesario para una exposición que se verá más adelante, también expondré en breve en ciudades como Málaga, Santiago, París, Mallorca y Barcelona.

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