60-miradas-ferrovialLo compara Antonio Muñoz Molina nada menos que con Howard Carter, el arqueólogo inglés que en 1922 descubrió la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes. Pero el último trabajo de José Manuel Ballester (Madrid, 1960) no es un viaje al estómago de la necrópolis, lugar de muerte, sino al contrario, al interior de las obras faraónicas en las que transcurre la vida moderna. «Obras humanas que parecen accidentes naturales», señala Muñoz Molina parafraseando a García Lorca, que quedó impactado con los edificios de Nueva York. La muestra ’60 miradas a Ferrovial’ reúne una selección de fotografías de las mayores infraestructuras construidas por la empresa en sus 60 años de vida.

La exposición, comisariada por Rafael Doctor, llega a CaixaForum después de un intenso año de trabajo en el que el fotógrafo madrileño ha recorrido más de 30.000 kilómetros para documentar los proyectos de la compañía en 35 localizaciones de 12 países diferentes: el hipódromo de la Zarzuela (el edificio más antiguo del recorrido), la Terminal 4 de Barajas (obra del Premio Pritzker de arquitectura Richard Rogers), la Terminal 2 del aeropuerto Heathrow de Londres (infraestructura en construcción diseñada por el español Luis Vidal), el Museo Guggenheim de Bilbao y el propio CaixaForum, el monumental Arco de los Tilos en la isla de La Palma, laberínticas autopistas norteamericanas, presas, plantas de residuos, la tuneladora que horada el suelo de la capital inglesa…

Todo tipo de desafíos a la naturaleza que el Premio Nacional de Fotografía 2010 retrata desde sus entrañas: «La parte oculta de las cosas, la musculatura, el esqueleto que hace que funcionen pero que no se ve». Esta gran maquinaria del mundo, «dotada de precisión, armonía y belleza», busca en último término la utilidad, «la resolución de problemas, la dotación de servicios para el hombre», ha explicado el artista durante la presentación de la muestra. Instantes antes de que el príncipe Felipe la inaugurase y después de que el equipo de seguridad tomase el edificio.

Ballester propone «una reflexión del mundo en que vivimos, y si es el que queremos», a través de dos salas de fotografías de gran formato, varias de sus cajas de luz y una proyección instalada dentro de la escalera de CaixaForum, «creando un trampantojo, estableciendo un diálogo con el propio edificio y ampliando su espacio», explica el comisario. «Exponer en lugares de tránsito (en el hall y en la escalera), efímeros, donde el hombre va a otra parte pero nunca se queda era un desafío», apunta el fotógrafo. El madrileño también es conocido por trabajar la idea de la ‘ausencia’, tema que ha explorado en su serie ‘Espacios Ocultos’.

La mayor dificultad que ha afrontado el fotógrafo durante este año de trabajo ha sido, precisamente, el ‘poco’ tiempo del que ha dispuesto para desarrollar un encargo de estas dimensiones. «Soy un insatisfecho crónico. Siempre me quedo con la espina de que podría haberlo hecho mejor».

El libro/catálogo de la exposición recoge textos de Antonio Muñoz Molina (que aún no figura como Premio Príncipe de Asturias), el arquitecto Richard Rogers, y el ingeniero Javier Manterola, además de una conversación entre Ballester y Rafael Doctor. El artista propone tres categorías de reflexión sobre los escenarios retratados: «Pensar. Construir. Habitar». Y reincide en la necesidad de justificar la ‘utilidad’ de las cosas, especialmente en el momento en el que vivimos. La función de las infraestructuras y de los propios artistas: «Mi compromiso es demostrar que el arte es útil. En la naturaleza, lo que no es útil desaparece. Es la selección natural. Algo que aprendí hace tiempo».

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