Emmet-Gowin(EFE).- La fotografía emocional de Emmet Gowin, tanto de intimistas retratos familiares como de instantáneas de paisajes que muestran su conexión con la naturaleza, llegó hoy a París tras su paso por Madrid.

La retrospectiva, que presenta un total de 130 imágenes, se pudo ver el año pasado en la madrileña sala Azca de la Fundación Mapfre y, tras permanecer hasta el próximo 27 de julio en la fundación Henri Cartier-Bresson de la capital francesa, continuará su gira internacional por Bogotá y Tucson (EE.UU.).

Desde las series centradas en la familia de Gowin, con los retratos de su mujer, Edith, como hilo conductor, hasta las grandes vistas aéreas de parajes de todo el mundo, la exhibición refleja los 50 años de trayectoria de este fotógrafo estadounidense.

«Da igual dónde esté, siempre me planteo la misma pregunta: ‘¿Qué es la vida?'», explicó hoy a Efe Gowin (1941), quien encuentra inspiración tanto en su cotidianeidad como en sus viajes.

Para él, la fotografía es «muy trascendente», lo que la hace «más poderosa» que la pintura, y permite que los visitantes puedan percibir mensajes distintos «igualmente ciertos» al mirar cada instantánea, algo que forma parte del «misterio» de este arte.

«Muchas de las ideas que tengo mejoran cuando las fotografío», aseguró el creador, que intenta ir «con la mente abierta y sin ningún gran plan» y que desea no perder nunca el sentimiento de que trabaja «al límite» de lo que no entiende.

Educado en una familia muy religiosa -su padre era pastor metodista-, la fascinación de Gowin por la fotografía nació cuando vio las instantáneas del estadounidense Ansel Adams, que le parecieron como «una parábola visual».

El comisario de la muestra, Carlos Gollonet, señaló a Efe que, aunque las series más conocidas son las de retratos familiares, en todo el universo creativo de Gowin «hay una conexión emocional entre él y el sujeto que está retratando, ya sea una persona o un paisaje».

En sus primeros pasos detrás del objetivo, en los años 60, Gowin se centró en las personas de su entorno, ya que se sentía respetado y querido por ellos y veía «natural» convertirse en su observador.

Más tarde, la temática fue evolucionando hasta fotografiar grandes vistas como las minas de carbón de la entonces Checoslovaquia y las explotaciones agrícolas intensivas de Colorado, entre otros lugares, incluyendo en algunos casos fotografías aéreas.
Y, en sus últimos trabajos, ha apostado por captar con su cámara mariposas nocturnas, aunque los retratos de su mujer siguen siendo el núcleo central de toda su obra.

La exposición parisiense incluye 50 fotografías menos que su versión madrileña debido a límites de espacio, pero mantiene obras de todas las series.

 

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