Capa-Haus-en-llamasEl Mundo / La casa de Leipzig en la que el fotógrafo húngaro retrató al último muerto de la II Guerra Mundial ha estado abandonada durante décadas. Ahora se prepara para su reconstrucción.

El 18 de abril de 1945, los últimos soldados nazis que se negaban a entregarse en Leipzig, dispararon contra un soldado estadounidense apostado en un balcón. Robert Capa se había unido al Primer Ejército de EE.UU. para entrar en la ciudad, en la que esperaba encontrarse con Gerda Taro, su compañera. Mientras fotografiaba a un cabo manejando una ametralladora en el balcón de un edificio de apartamentos, un proyectil de un francotirador impactó, desde la calle, al joven militar, que cayó desplomado. Capa corrió hacia la casa y realizó un segundo disparo que no devolvió la vida al muerto, pero que lo inmortalizó para siempre.

De inmediato, Capa regaló un paquete de cigarrillos al telegrafista del ejército norteamericano a cambio de enviar un telegrama a la revista ‘Time’: «Tengo la foto del último muerto de la guerra. Cuánto». La imagen dio la vuelta al mundo y el titular también. Y en cuanto de verdad hubo terminado la guerra, unos cuantos muertos más tarde, los seguidores de Capa comenzaron a llegar a Leipzig en peregrinación, en busca de aquella casa en la que se tomó la instantánea que visualmente puso fin a la II Guerra Mundial.

La fachada del número 61 de la calle Jahnalle, en el barrio de Lindenau, se conserva exactamente como era entonces. Los intentos de saneamiento del edificio han chocado siempre con movimientos ciudadanos de defensa de la reliquia. Permanece vacío desde finales de los 90 y, en la Nochevieja de 2011-2012, una fiesta ilegal terminó en incendio, de forma que amenazaba ruin. Pero ahora, el inversor Horst Langner ha salido al rescate y ha anunciado que financiará una remodelación que dará comienzo en primavera de 2014 y no terminará hasta mediados de 2015. A partir de esa fecha, los turistas y los devotos de Capa podrán visitarla.

Sobre el plano hay dibujados espacios para exposiciones, una tienda de recuerdos y una cafetería, todo al más puro estilo Magnum. Y aunque con todo patas arriba, debido a que el edificio está siendo desescombrado para abordar la reforma, no podía tan emblemática casa dejar pasar el centenario del nacimiento del gran fotógrafo de guerra sin una celebración, así que el grupo local Teatro del Joven Mundo ha programado la proyección de una serie de películas históricas y varias conferencias conmemorativas, culminando la fiesta con la apertura in situ de la denominada «maleta mexicana», desaparecida en 1939 y cargada de imágenes de la Guerra Civil Española tomadas por Capa, David Seymour, alias Chim, y Gerda, que recientemente ha reaparecido en el antiguo colegio de San Ildefonso de México, después de una increíble odisea y cuyos materiales han sido donados al Centro Internacional de Fotografía de Nueva York (ICP).

Si tuviésemos el manejo de la velocidad de obturación de Capa, quizá podríamos describir las emociones de los admiradores que acuden a Jahnhalle, número 61, para ver con sus propios ojos el mismo balcón, el mismo contraste de luces, la precisa gama de grises con la que describió las más adversas realidades Robert Capa, el personaje ficticio inventado por la pareja que formaban Ernö Friedmann y Gerda Taro. Las imágenes tomadas por ambos fueron firmadas indistintamente con el mismo seudónimo hasta que ella murió accidentalmente atropellada por un tanque en España, en la retirada de Brunete.

La Casa Capa, como ya se conoce en Leipzig a este edificio, el gran rastro que dejó en Alemania el fotógrafo húngaro, parece haber atrapado una sombra de su alma y permite acercarse un poco más al mundo tal y como él lo veía desde detrás del adjetivo, Y merece la pena acercarse. Al fin y al cabo, como recuerda la más repetida de sus citas, «si tu foto no es suficientemente buena es que no estuviste suficientemente cerca».

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