Javier Yuste / El metro, un lugar con vida, estética  y luz propia. Ajeno a la partitura del músico callejero, a los tornos de paso, a las prisas ordinarias.
Túneles silenciosos que rasgan el subsuelo de la urbe.
Singular modelo que posa delante del objetivo cargado de contenidos y enigmas, testigo perpetuo del devenir de la historia.

Un paraje urbano bajo tierra que ofrece a la cámara infinitas posibilidades conceptuales no del todo explotado.

Un lugar que sirve de inspiración para fotógrafos como James Whatley que busca fotografías del metro de Londres sin personas, desérticas, sin el bullicio diario: instantáneas que ofrecen un ambiente misterioso y singular.

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