Norberto-en-marchatamtampress /Este miércoles 2 de marzo, a las 19’30 horas, llega al Museo de León la exposición “Norberto en marcha”, con la que se rinde homenaje al fallecido fotoperiodista leonés Norberto Cabezas Quintanilla a través de una amplia muestra de sus imágenes sobre las tres grandes marchas reivindicativas de los mineros leoneses y asturianos, las Marchas Negras de 1992, 2010 y 2012. Se podrá ver hasta el 24 de abril.

Reproducimos dos nuevos textos del libro editado con motivo de esta muestra. El primero es de Carlos Pérez-Alfaro, coordinador del libro y de la exposición que itinerará a lo largo de 2016 por toda la provincia. El segundo texto es de la fotoperiodista Ana M. Díez, compañera de Norberto Cabezas.

Por CARLOS PÉREZ-ALFARO

Este libro editado por Diario de León y las exposiciones de fotografías y textos que a lo largo de 2016 se harán en el Museo de León, Casas de Cultura de Villablino y Ponferrada y en el Museo de la Siderurgia de Sabero, contituyen un homenaje al fotoperiodista Norberto Cabezas y son suscritas por dos instituciones con las que él tuvo mucho que ver: el Diario de León, empresa de comunicación para la que trabajó gran parte de su vida, y el Ateneo Cultural Jesús Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y León, por haber sido activo sindicalista de CC.OO.. Han colaborado las Federaciones de Servicios a la Ciudadanía y de Industria de CC.OO. y la Junta de Castilla y León, además de los Ayuntamientos de Villablino y Ponferrada, Museo de León y Museo de la Siderurgia de Sabero.

La muestra pretende ser un reconocimiento a la obra del periodista gráfico leonés, fallecido en 2013 con 51 años de edad. Pese a tener una ingente producción fotográfica, singular y de calidad, Norberto Cabezasrehusó constituirse en personaje artístico local y apenas la dio a conocer.

Según el testimonio escrito de sus cercanos, que acompañamos, era un hombre sincero, leal, hombre de ilusiones y principios, solidario, reivindicativo, «obrero de la cámara»… lo cual se transmite en su legado fotográfico, que hemos tenido la inmensa suerte de contemplar, en noches de insomnio intencionado, para hacer la selección que se expone.

En un acto de inequívoca generosidad, su compañera, Ana M. Díez, nos entregó la totalidad de su obra, 9.744 fotografías, la mayoría sobre las marchas mineras de 1992, 2010 y 2012 y algunas del patrimonio natural de la región leonesa, también objeto del compromiso vital de Norberto Cabezas.

En ellas se evidencia la humanidad de quien enfoca y elige el ángulo, la luz, la escena de la que dejar constancia, la metáfora, la segunda historia que subyace a lo que vemos. Muchas de sus fotografías son buenos relatos.

Pero, aun cuando desde el Ateneo Jesús Pereda y Diario de León entendemos que «Norberto en marcha» responde a la propuesta que en su día nos plantearon las periodistas Ana M. Díez y Ana Gaitero, este homenaje debería ser tan sólo la primera de otras marchas con Norberto Cabezas. Parece obligado recoger una muestra permanente de su obra en un museo de los artistas emblemáticos del León contemporáneo. Tarea que nos sobrepasa pero que alguna institución pública habría de asumir.

Retornando a las tres marchas mineras objeto de la exposición, la primera se inició en marzo de 1992 en Villablino (Laciana, León) y terminó en Madrid. Los medios con que contaron sus 500 protagonistas fueron precarios, como reflejan las 10 fotografías analógicas que hemos elegido. La II Marcha Negra la iniciaron 200 mineros en septiembre de 2010 en Villablino y la culminaron en León, lo que recogemos en 33 fotografías. La III Marcha Negra fue organizada desde las federaciones mineras de los sindicatos CC.OO. y UGT. Sus 180 integrantes partieron desde Bembibre y Villablino (León), Mieres (Asturias) y Andorra (Teruel), uniéndose asturianos y leoneses en La Robla (León) el 25 de Junio de 2012 y continuando en una larga caminata de 438 kilómetros hasta Madrid, acompañados por fotoperiodistas como Norberto Cabezas, Mauricio Peña, Javier Casares y otros. Traemos 50 testimonios gráficos de lo que vieron a lo largo de su duro recorrido.

Añadimos también retratos de Norberto hechos por compañeros de profesión, que completamos con textos de amigos y amigas que glosan la obra y la persona del fotógrafo. E insistimos: no hacemos otra cosa que abrir la marcha de los reconocimientos públicos que la figura de Norberto Cabezas merece.

Por ANA M. DÍEZ

El ceño fruncido, y la mirada oscurecida por sus eternas gafas de sol, es lo que ha acompañado a Norberto Cabezas durante toda su vida, no hay fronteras ni límites en ella, todo está relacionado. Por eso en nuestra vida no existe el límite entre lo privado y lo publico, ya que en esta profesión todo se sabe…

La perseverancia, la lucha, el amor, el odio, la pasión, la alegría, la tristeza, todo está unido a su mirada y eso es lo que le llevó día a día a levantarse para salir a la calle. Trabajamos con las emociones y eso es lo que intentó plasmar a través de su mirada. Por eso un día decides ponerte en marcha y de repente eres uno más en el camino, un minero más que intenta poder vivir; y eso es lo que Norberto quiso que viera el mundo a lo largo de las tres marchas mineras que vivió.

Kilómetro a kilómetro, intentó reflejar a través de su cámara las ilusiones, las penas, las alegrías y quizás las pérdidas o tal vez las pequeñas victorias que al final consideramos también un poco como nuestras porque nos vemos reflejados en ellas.

Luchar contra el mundo, eso es lo que día a día, al salir de su casa y después de dejar a su hijo en el colegio, intentaba llevar siempre hasta las últimas consecuencias… Muchas veces lo conseguía pero otras no y por eso, para poder seguir viviendo y respirando, necesitaba escapar con su inseparable Pepa y su cámara de fotos (Pepa era su perra) y se iba a buscar la cascada perdida o el árbol olvidado sin que importara lo lejos que estuviera o lo empinado del camino, todo es posible porque la recompensa siempre está al alcance de la mano de los que lo intentan.

Por eso nuestra vida fue siempre una marcha continua, un tobogán de emociones, ésta es nuestra historia pero puede ser perfectamente la de cualquiera de los que nos dedicamos a esta querida pero ingrata profesión.

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