{"id":13930,"date":"2015-03-31T10:39:52","date_gmt":"2015-03-31T09:39:52","guid":{"rendered":"http:\/\/focusleon.es\/?p=13930"},"modified":"2015-03-31T10:39:52","modified_gmt":"2015-03-31T09:39:52","slug":"el-fotografo-que-salvo-tesoros","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/focusleon.es\/el-fotografo-que-salvo-tesoros\/","title":{"rendered":"El fot\u00f3grafo que salv\u00f3 tesoros"},"content":{"rendered":"

\"LUIS-BUNUEL\"El Pa\u00eds \/ Lo importante de la fotograf\u00eda anexa no es el torso ni la pelvis de\u00a0Luis Bu\u00f1uel<\/a>. Ni siquiera su incitante pose de efebo, sorprendido probablemente en un descanso de entrenamiento cuando se decantaba por el boxeo antes que por el cine en sus a\u00f1os de la Residencia de Estudiantes. Lo importante de esa y otras fotograf\u00edas es qui\u00e9n anda detr\u00e1s de la c\u00e1mara. Don Ricardo de Orueta, tutor de los chavales \u2014Lorca<\/a>y\u00a0Dal\u00ed<\/a>, incluidos\u2014, loco de la escultura, republicano irredento, notario ic\u00f3nico de la Edad de Plata e impulsor de la primera gran ley de defensa del patrimonio: la de Tesoros Art\u00edsticos. Una norma crucial, promulgada mientras fue director general de Bellas Artes en la II Rep\u00fablica, ante el esquilme de obras antiguas por parte de millonarios, sobre todo norteamericanos.<\/p>\n

Poco antes de morir, regres\u00f3 a casa de unos familiares en el Madrid asediado por los franquistas con unas cuantas c\u00e1maras y unos camisones deshilachados como todo equipaje. No se ganaba la vida como fot\u00f3grafo, pero se hab\u00eda servido de ese arte nuevo como herramienta documental para su labor de estudioso del arte. Lorca le cit\u00f3 como si fuera tal en una obrilla in\u00e9dita de juventud, recogida en un texto de Miguel Caba\u00f1as Bravo, del Instituto de Historia.<\/p>\n

Queda recogida en el cat\u00e1logo de la exposici\u00f3n, impulsada por Acci\u00f3n Cultural Espa\u00f1ola, que se abre este mi\u00e9rcoles en la\u00a0Residencia de Estudiantes<\/a>, titulada\u00a0En el frente del arte. Ricardo de Orueta 1868-1939<\/em>. Se mov\u00eda con el objetivo perplejo ante todo aquel efervescente panorama de creatividad y energ\u00e9tica disposici\u00f3n a la vanguardia entre los inquietos cerebros amparados por la Instituci\u00f3n Libre de Ense\u00f1anza.<\/p>\n

Era de los considerados\u00a0dones<\/em>\u00a0en aquel complejo de los Altos del Hip\u00f3dromo, los mayores a quienes se deb\u00eda respeto y entre los que tambi\u00e9n se encontraban Juan Ram\u00f3n Jim\u00e9nez o Miguel de Unamuno. Trabajaba junto al director de la Residencia,\u00a0Alberto Jim\u00e9nez Fraud<\/a>. Pertenec\u00edan a la Pe\u00f1a de M\u00e1laga,\u00a0lobby<\/em>\u00a0andaluz que se ayudaba entre s\u00ed cuando se llegaba a la capital en las primeras d\u00e9cadas del siglo XX. Como el poeta Jos\u00e9 Moreno Villa, que en sus memorias afirma que se traslad\u00f3 a Madrid animado por \u00e9l.<\/p>\n

Orueta viv\u00eda en la Residencia. Hab\u00eda pertenecido a una familia de empresario progresista venido a menos y dej\u00f3 su formaci\u00f3n como escultor en Par\u00eds para volver a su tierra a trabajar, entre otras cosas, de vinatero. Nunca busc\u00f3 dinero. Se conform\u00f3 con un m\u00edsero sueldo por su adscripci\u00f3n al Centro de Estudios Hist\u00f3ricos y ahorraba vivienda y comida en la Residencia. Su cuarto llam\u00f3 la atenci\u00f3n de Moreno Villa, que lo describi\u00f3 as\u00ed: \u201cViv\u00eda estrechamente entre muebles viejos de su padre, desbarnizados y astillados, m\u00e1quinas y ampliadoras fotogr\u00e1ficas, estantes abarrotados de libros, colecciones de mecheros y plumas estilogr\u00e1ficas (…)\u201d.<\/p>\n

Para Juan Ram\u00f3n, su misma tos era afectuosa \u201cy miraba lo que le rodeaba como una m\u00e1quina fotogr\u00e1fica de diafragma voluble\u201d. Soltero irredento, obsesionado con contagiar de Darwin y Flammarion a todo aquel que se le cruzara, se dedic\u00f3 al estudio de escultores hasta entonces despreciados como los barrocos Pedro de Mena y Berruguete. Ingres\u00f3 en la Real Academia de San Fernando y, nada m\u00e1s proclamarse la Rep\u00fablica, fue nombrado al frente de Bellas Artes. Su lealtad se med\u00eda a prueba de bombas. Recibi\u00f3 la proclamaci\u00f3n de la misma en la Puerta del Sol y, dijo: \u201cMe hubiera arrodillado si la gente me hubiese dejado\u201d.<\/p>\n

Pero no era cuesti\u00f3n, sobre todo, de remangarse para frenar un expolio: el que los millonarios de todo el mundo comet\u00edan contra un patrimonio hist\u00f3rico sin ley que detuviese el capricho de llevarse un coro, una reja o un retablo de cualquier catedral a sus mansiones. En declaraciones a un periodista, recalcaba lo m\u00e1s esencial para \u00e9l: \u201cImpedir que se nos llevaran el tesoro art\u00edstico nacional\u201d. Y cumpli\u00f3, \u201csin que hasta ahora haya sido suficientemente reconocido por ello\u201d, sostiene\u00a0Alicia G\u00f3mez Navarro<\/a>, directora de la Residencia.<\/p>\n

De atenerse al efecto que provoc\u00f3 en los traficantes, cabe hacerse una idea de la reacci\u00f3n iracunda que lleg\u00f3 a provocar en magnates como\u00a0William Randolph Hearst<\/a>. Su\u00a0dealer<\/em>\u00a0en Espa\u00f1a, Arthur Byne, lo expresa as\u00ed en una carta que recoge en su estudio Mar\u00eda Jos\u00e9 Mart\u00ednez Ruiz, de la Universidad de Valladolid: \u201cTenemos en Espa\u00f1a a un aut\u00e9ntico mani\u00e1tico como ministro de Bellas Artes\u201d. Byne y su esposa utilizaban su fachada de expertos y miembros de la Hispanic Society of America para traficar con todo tipo de monumentos y forrarse vendi\u00e9ndoselos, entre otros, a Hearst.<\/p>\n

Orueta lo fren\u00f3. Protegi\u00f3 las joyas del patrimonio y prohibi\u00f3 su venta con una ley adelantada y promulgada en 1933 que ha servido hasta hoy para la protecci\u00f3n del arte. Al estallar la guerra, fue evacuado a Valencia, escoltado por el Quinto Regimiento, en el mismo ret\u00e9n en que sali\u00f3 Antonio Machado. Harto de no poder seguir all\u00ed con sus estudios para su obra sobre el G\u00f3tico, pidi\u00f3 regresar a Madrid. Lo logr\u00f3, pero ya en la capital no pudo sobrevivir mucho tiempo. Al parecer, una tonta ca\u00edda por las escaleras del Museo de Reproducciones Art\u00edsticas le produjo tales heridas que acabaron con su vida. Poco despu\u00e9s, Franco entr\u00f3 en Madrid.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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