Steve-McCurryBarcelona, 16 nov (EFE).- Existen creadores más famosos que sus obras y otros que son eclipsados por ellas. Este es quizás el caso del laureado fotoperiodista estadounidense Steve McCurry, autor de «La niña afgana», una de las fotos más famosas del siglo XX, de la que se enorgullece porque concienció en la ayuda a los refugiados.

McCurry pasó recientemente por Barcelona para dar una conferencia en el Auditorio RBA al cumplirse 30 años de la aparición en la portada del National Geographic de la imagen de la huérfana Sharbat Gula, quien enfundada en un raído velo rojo mira a la cámara con sus grandes ojos esmeralda y una expresión ambigua entre la angustia y la fortaleza interior.

En una entrevista con Efe, Steve McCurry (Filadelfia, 1950), ganador de cuatro primeros premios del World Press Photo o de la Medalla de Oro Robert Capa, y que ha cubierto numerosos conflictos bélicos, asegura que nunca se ha visto a sí mismo como un reportero de guerra y que valora positivamente las ventajas de la fotografía digital.

PREGUNTA: Usted es conocido especialmente por la foto de «La niña afgana», una imagen icónica del siglo XX. Después de 30 años, ¿qué sentimiento guarda hacia esa fotografía?

RESPUESTA: Me siento muy orgulloso, gratificado por haber hecho esa foto. Pienso que ha inspirado a mucha gente, especialmente en los años 80 para ir a trabajar a los campos de refugiados. Creo que es un retrato muy llamativo y me siento muy feliz de estar asociado a esa imagen.

P: Que una foto sea tan recordada y marque la carrera de un profesional, ¿es positivo para un fotoperiodista o por el contrario puede ‘desenfocar’ el resto de su trabajo?

R: Pienso que solo es positivo haber hecho una foto como esa. Tienes que estar agradecido, feliz por una foto tan conocida, que ha conmovido e impactado en tanta gente. No veo inconveniente en el hecho de que la mayoría de la gente me identifique como el fotógrafo de «La niña afgana». También he tenido éxito con una docena de libros de fotografía, he hecho exposiciones en todo el mundo… no tengo ninguna sensación negativa.

P: Años más tarde volvió a Afganistán y pudo localizar de nuevo a la joven, en una aldea perdida, cuando ya era una mujer adulta y era muy perceptible el paso del tiempo. ¿Como fue ese reencuentro?

R: Volví a encontrar a la niña afgana en 2002, después de 17 años. Una parte de mí esperaba que atravesara la puerta como una niña de 12 años con el mismo vestido. Cuando entró en la habitación como una mujer de 30 años, con un vestido negro, fue como un «shock». Por otra parte, estaba agradecido y feliz de que ella estuviera auviva. Tras haber resuelto un auténtico puzzle para encontrarla, fue muy excitante volverla a ver, realmente un milagro, una historia que ocurre una sola vez en la vida.

P: Usted se ha dedicado a la fotografía de conflictos armados y también hace fotografías más «costumbristas». ¿Cómo se siente más a gusto o más implicado como fotógrafo?

R: Nunca me he sentido cómodo en las guerras. Nunca me he visto a mi mismo como un reportero de guerra. Me han interesado las consecuencias de la guerra, los campos de refugiados, la gente atrapada en medio de los conflictos, así que nunca me he considerado un fotógrafo de guerras. Me ha interesado la cultura y los lugares en transición desde la cultura tradicional al mundo moderno.

P: ¿La labor de periodistas y fotoperiodistas en las zonas de guerra es más peligrosa ahora que antes, al ser objetivo de algunos de los contendientes, o siempre ha sido un trabajo arriesgado?

R: Siempre ha sido una profesión peligrosa. Hubo fotógrafos que fueron secuestrados y desaparecieron en la guerra del Vietnam. Ha ocurrido en todo el mundo desde hace muchos años. Las recientes ejecuciones y asesinatos de periodistas en Siria son mas dramáticas porque los mataron de forma pública después de humillarlos. Esto sí es algo nuevo.

P: ¿Cómo aborda su trabajo en lugares exóticos? ¿Es el resultado de la inspiración del momento o hay también una planificación previa?

R: Cuando vas a una nueva localización para fotografiar, la mayoría de las veces deambulas y reaccionas espontáneamente a lo que ves, pero también puedes hacer mucha planificación y tener una idea o un objetivo de las cosas que hacer. Así que se puede trabajar de ambas maneras, pero yo soy más partidario de simplemente moverme sin un plan ni un itinerario y estar abierto a lo que me encuentre.

P: El 11-S de 2001 estaba usted en Nueva York cuando ocurrió el atentado de las Torres Gemelas. ¿Como vivió aquella fecha histórica?

R: Alguien me llamó a casa y me dijo: el World Trade Center esta en llamas. Estaba en un estado de completa incredulidad, mi cerebro no podía procesar lo que pasaba, no podía creer lo que veían mis ojos y pensé que era algo irreal.

P: ¿Cómo lo vio como fotógrafo?

R: Entendí que era importante documentar lo que estaba pasando. Sabía que era un evento histórico y que la única cosa que podía hacer era ir y documentarlo fotográficamente para la historia. De alguna manera, aquello cambió Nueva York, la historia de EEUU y del mundo. Dentro de mil años todavía estarán hablando de este acontecimiento.

P: Como los fotógrafos de su generación, ha vivido el tránsito de la fotografía analógica a la digital. ¿Ha sido complicado para usted o lo ha vivido como algo propio de la evolución tecnológica?

R: Creo que la fotografía digital ha sido un gran beneficio para nuestro trabajo. Ha facilitado la toma de fotografías y el hecho de que las puedas ver instantáneamente y poder evaluar la composición, el enfoque, la luz y poder decidir si continúas o no un trabajo… Otro hecho revolucionario es que ahora puedes fotografiar en casi completa oscuridad, lo que era imposible con la película, que necesitaba mucha luz.

P: Usted hizo fotografías con el último rollo de Kodachrome producido por Kodak. ¿Qué fotografió con aquella última película?

R: En 2010 me comunicaron que Kodak no volvería a fabricar el Kodachrome 64 y fue idea mía pedirles el último rollo de la quizás mejor película fabricada. Como Kodachrome era una película icónica, quise fotografiar a personas icónicas, como Robert de Niro, o lugares con arquitectura icónica que habían sido importantes en mi carrera. Así que volví a Nueva York y paseé por la calle haciendo de fotógrafo callejero. En el fondo, era la manera en la que siempre había trabajado.

P: Usted es considerado un maestro de la fotografía en color, pero otros grandes fotógrafos sólo fotografían en blanco y negro. ¿Qué diferencias ve entre una u otra opción?

R: Fotografiar en blanco y negro o color es como decidir entre chocolate o vainilla, o entre manzanas y naranjas. Creo que ambas están bien. Pero yo pienso que el mundo es en color y tiene más sentido fotografiar el mundo en color. La fotografía en blanco y negro se desarrolló antes, aunque desde hace 30 años la fotografía en color es excelente. Pero siempre habrá gente haciendo fotos en blanco y negro, va en función de los gustos.

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