Que son «Las Cabezadas»

La Ceremonia de “Las Cabezadas” es una tradición leonesa y que se viene celebrando el último domingo del mes de Abril, desde hace más de 800 años pero este año al coincidir con la Semana Santa se trasladará a Mayo,. Se trata de un debate dialéctico sin resolución entre el Cabildo de San Isidoro y el Ayuntamiento de León, sobre si la ofrenda que éste realiza en nombre del pueblo de León como agradecimiento a San Isidoro por las lluvias caídas en abundancia sobre el campo de León y su alfoz y otros milagros posteriores, tras una pertinaz sequía, es un foro, algo debido en virtud de una promesa, o una ofrenda voluntaria del pueblo en agradecimiento al Santo por su milagro. Este imperecedero debate supone un culto al dialogo, al debate verbal de confrontación de opiniones de manera pacífica y perenne, pues se mantiene año tras año pese a saber que no llegará a ningún acuerdo.
Esta ceremonia encarna el espíritu dialogante del pueblo leonés, cuyo reflejo más significativo y de trascendencia universal son las Cortes de León celebrada en el año 1188 precisamente en la Basílica de San Isidoro. En ellas, el rey leonés Alfonso IX acepta el carácter pactado del poder real y concede derecho al pueblo no sólo totalmente innatos para aquella época, sino ni siquiera superados hoy en día en algunos casos.
Corría el año 1.158, y por aquel entonces reinaba en León Fernando II. El año había sido seco en extremo, con el daño que ello le suponía a las cosechas, los agricultores y en general a toda la ciudad de León. 

Todas las plegarias llevadas a cabo hasta el momento parecían que no habían surtido el más mínimo efecto, y la sequía continuaba preocupando al pueblo. Es por ello, que se toma la determinación de sacar las reliquias de San Isidoro en procesión y llevarlas de romería hasta el Monte de San Isidro. 

Camino del monte, se sucedían los rezos y las peticiones para que el Señor hiciera llegar la lluvia a los campos y tierras de León. Y entonces sucedió el milagro: una vez las reliquias hubieron llegado al Monte de San Isidro, el agua bendijo León y llovió. 

Pero aún quedaba una sorpresa. Cuando se disponían a devolver las reliquias a la Basílica de San Isidoro, no era posible. Parecía que se habían anclado en el monte. Ni los hombres más fuertes podían con ellas. El Rey Fernando II, que estaba en Benavente, y su tía Doña Sancha, una gran devota de San Isidoro, también regresó a León, pues también estaba de viaje.

No daban con la solución, hasta que pensaron en la inocencia de los niños y estos fueron los únicos capaces de portar las reliquias de nuevo hasta la Basílica de San Isidoro. 

Esto se interpretó como una «señal divina» , de que Dios ni el cielo querían que se sacasen estas reliquias de nuevo del templo. El juramento del Rey fue «Voto y promesa de la ciudad de no volver a sacar las reliquias del santo, de su templo de San Isidoro … Y también en forma de ciudad, el voto o censo, de hacer cada año una ofrenda al santo». 

De aquí viene el origen de la ceremonia del foro y oferta, más conocido como las Cabezadas. Esta ceremonia tiene un ritual muy marcado y bastante entretenido de ver .
La Corporación Municipal, vestidos elegantemente y con sus varas de autoridad, se dirigen hacia San Isidoro portando tres hachones de cera, uno de ellos de gran tamaño. 

Saludan en la Plaza de San Isidoro y se meten al claustro de la Colegiata de San Isidoro. Allí  les recibe el Cabildo de San Isidoro y todos sus componentes y comienzan las Cabezadas. 

En tono jocoso y cordial empieza, un toma y daca, hablando de la historia y de otras ceremonias celebradas con anterioridad. Oferta o foro, foro u oferta, o ambas cosas a la vez. Tanto al empezar como al terminar, el Alcalde (o persona encargada de participar como portavoz en las Cabezadas) debe hacer una reverencia al Cabildo. 

La escena es digna de ver, tanto por los leoneses como por los visitantes que estén por León en esas fechas. Tres cabezadas de despedida y nunca se da la espalda. Eso es lo que se dice reverencia, cortesía, ensayo y costumbre.